Revista Colombiana de Educación
0120-3916
Universidad Pedagógica Nacional de Colombia
https://doi.org/10.17227/rce.num83-11144

Recibido: 20 de enero de 2020; Aceptado: 6 de octubre de 2020

Transmisión del conocimiento etnobotánico en una comunidad campesina de los Andes colombianos


Ethnic-Botanical Knowledge Transmission in a Rural Community in the Colombian Andes


Transmissão do conhecimento etnobotânico em uma comunidade camponesa dos Andes colombianos

S. Husain-Talero, *

Doctora en antropología. Profesora de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Correo: soraya.husain.talero@gmail.com Universidad de los Andes Universidad de los Andes Bogotá Colombia

Resumen

El artículo de investigación analiza la transmisión del conocimiento etnobotánico en niños y jóvenes campesinos de los Andes colombianos. La transmisión del conocimiento se entiende como un proceso cultural y educativo que se fundamenta en contenidos actuantes en diversos ámbitos de socialización, incluyendo la familia y la escuela. Así, mediante una metodología etnográfica que incluyó observación participante, entrevistas abiertas y semiestructuradas y talleres con niños, niñas y jóvenes, se analiza la transmisión de los contenidos, los contextos de transmisión, sus implicaciones en las formas de valorar las plantas y su relación con los roles de género. Los resultados demuestran que los conocimientos etnobotánicos se transmiten de manera efectiva cuando hay claridad en la exposición, un medio de transmisión apropiado, un cierto grado de motivación y una capacidad mental adecuada para entender la experiencia. Se concluye que la transmisión del conocimiento etnobotánico es dinámica y se encuentra mediada por los roles de género. Niños y niñas demostraron un vínculo fuerte con la naturaleza, a pesar de que las niñas poseen un mayor conocimiento etnobotánico y los niños desarrollan habilidades para la comercialización; además, existen algunas pérdidas de conocimiento dado que a los jóvenes poco les interesa las labores del campo. Estos hallazgos son relevantes, puesto que permiten cuestionar los modelos de transmisión de conocimiento actuales, junto con las oportunidades que tendrán las futuras generaciones dentro de la nueva ruralidad.

Palabras clave:

Transmisión de conocimientos, etnobotánica, educación, Andes, Colombia.

Abstract

This article analyses the transmission of ethnic-botanical knowledge in child and youth peasants in the Colombian Andean region. Knowledge transmission is understood as a cultural and educational process that is based on active contents in diverse social settings, including family and school. Therefore, through an ethnographic methodology which included participant observation, open and semi-structured interviews and workshops with children and youth, the article analyses knowledge transmission in terms of content (recognition of properties and use) and the context in which it takes place, its value implications and its relation to gender roles. Results showed that ethnobotanical knowledge is effectively transmitted when there is a clear and suitable way of exposing the ideas, a certain degree of motivation and the mental ability to understand the ideas/experience. It is concluded that ethnic-botanical knowledge transmission is dynamic and mediated by culturally established gender roles. Boys and girls demonstrated a strong connection with nature, despite the fact that girls have greater ethnic-botanical knowledge and boys develop skills for commercialization. There seems to be a loss of knowledge in the youth population that is hardly interested in rural activities. These findings are relevant since they allow us to question the models of current knowledge transmission, together with the opportunities that future generations will have within the new rurality.

Keywords:

knowledge transmission, ethno botany, education, Andes, Colombia.

Resumo

Este artigo de pesquisa analisa a transmissão do conhecimento etnobotânico em crianças e jovens camponeses dos Andes colombianos. A transmissão do conhecimento é entendida como um processo cultural e educativo baseado em conteúdos ativos em várias áreas de socialização, incluindo a família e a escola. Assim, através de uma metodologia etnográfica que incluiu a observação participante, entrevistas abertas e semiestruturadas e oficinas com crianças e jovens; analisa-se a transmissão dos conteúdos, os contextos de transmissão, suas implicações nas formas de valorizar as plantas e a sua relação com os papéis de gênero. Os resultados mostram que os conhecimentos etnobotânicos são transmitidos de forma eficaz quando há clareza na exposição, um meio de transmissão apropriado, um certo grau de motivação e uma capacidade mental adequada para compreender a experiência. Conclui-se que a transmissão do conhecimento etnobotânico é dinâmica e mediada por papéis de gênero. As crianças demonstraram um vínculo forte com a natureza, apesar do fato de que as meninas possuírem maior conhecimento etnobotânico e os meninos desenvolverem habilidades para comercialização; além disso, existem algumas perdas do conhecimento devido a que os jovens têm pouco interesse no trabalho do campo. Esses achados são relevantes, já que permitem questionar os atuais modelos de transmissão do conhecimento, junto com as oportunidades que as gerações futuras terão dentro da nova realidade.

Palavras chave:

transmissão do conhecimento, etnobotânica, educação, Andes, Colômbia.

Introducción

La transmisión del conocimiento a niños y jóvenes es fundamental para lograr la continuidad social y cultural de todo grupo social. Los actos de transmisión se realizan de múltiples formas, a través de historias, experiencias, juegos, entre otros, y por una variedad de actores y medios, los cuales, en ocasiones, intentan educar y, en otras, esbozan nuevas formas de concebir la vida y el ambiente. En relación con los conocimientos etnobotánicos, se identifica que estos se transmiten de generación en generación, mediante sistemas poco desarrollados, con poca sistematización y con un alto grado de posibilidad de pérdida (Mosquera et al., 2015). En consecuencia, es preciso investigar cómo se transmiten dichos conocimientos y cuáles se convierten en contenidos actuantes, movilizadores y, por lo tanto, reguladores del comportamiento. La etnobotánica se concibe como el estudio del comportamiento de las sociedades respecto del mundo vegetal (Portères, 1970), de tal manera que este conocimiento etnobotánico se entiende como un conocimiento local acerca del uso y consumo de las plantas, basado en experiencias y prácticas cotidianas transmitidas a través de generaciones, donde se entrelazan tradiciones indígenas y españolas (Gutiérrez de Pineda, 1985).

En este sentido, la transmisión de conocimientos etnobotánicos se considera como una transmisión de "conocimientos vivenciales", que se relaciona con el aprendizaje vivencial, concebido como un proceso que se relaciona directamente con la experiencia, a partir del uso de los cinco sentidos y el involucramiento con la temática particular (Association of Experiential Education, s. f.). Así, este artículo, que surge del trabajo de campo realizado para la tesis doctoral de la autora durante los años 2014 a 2016, analiza la transmisión de los conocimientos etnobotánicos en la población infantil y juvenil campesina de un municipio ubicado en los Andes colombianos, reconocido por su producción de plantas medicinales, aromáticas y condimentarias a nivel regional y nacional.

Estos conocimientos vivenciales se convierten en parte esencial de la vida de los niños, niñas y jóvenes campesinos y los preparan para desarrollar estrategias de vida para dar respuesta a los desafíos que surgen en su entorno socioeconómico, ambiental y cultural. Los contenidos actuantes revelan, a su vez, las valoraciones existentes inmersas en las fuentes de socialización primaria y secundaria (hogar y escuela, respectivamente), teniendo en cuenta que el valor se puede entender como un "modelo de sentido" que regula el actuar de los campesinos (Graeber, 2001), y que está sujeto al conocimiento, los sentimientos y las expresiones que se realizan sobre la relación hombre-naturaleza, los cuales son fundamentales en la construcción de la identidad y la ideología del campesinado.

En la primera parte del artículo, se muestra cómo se transmiten los conocimientos etnobotánicos en el hogar y la escuela, junto con el conocimiento que poseen los niños, niñas y jóvenes que participaron en la investigación. En la segunda parte, se discute cómo los conocimientos afectan las actitudes y comportamientos de los niños, niñas y jóvenes frente a la naturaleza y sus tradiciones, junto con la influencia de los roles de género en la transmisión de conocimientos y su influencia en los proyectos de vida que construye esta nueva generación. Finalmente, se presentan conclusiones que demuestran que el conocimiento es producto de la actividad social y la del entorno y que su transmisión no es estática, sino que se encuentra mediada por los roles de género establecidos culturalmente. Por lo tanto, se plantea la importancia de cuestionar estos modelos para lograr una mayor equidad, no solo en términos de género, sino con relación a las oportunidades que tendrán las futuras generaciones dentro de la nueva ruralidad, particularmente a partir de la mayor integración del campo y la ciudad luego de la firma del acuerdo de paz en Colombia en el año 2016, y en momentos en que cada vez se hace más necesario avanzar en esquemas de conectividad local de redes de producción y consumo para mantener el abastecimiento y la soberanía alimentaria (Bojanic, 2020).

Metodología

La investigación se realizó en el municipio de Chipaque, Cundinamarca, ubicado a 27 km de la ciudad de Bogotá, en la cordillera oriental de los Andes. El estudio se centró en cinco veredas: Cumba, Caldera, Cerezos Grandes, Siecha y Mongue (figura 1).

Municipio de Chipaque y ubicación de las veredas. Fuente: Alcaldía Municipal de Chipaque (2012).

Figura 1: Municipio de Chipaque y ubicación de las veredas. Fuente: Alcaldía Municipal de Chipaque (2012).

La investigación utilizó una metodología etnográfica, considerada relevante, dado que la educación se concibe como un proceso cultural, de transmisión de contenidos actuantes, más que de una acumulación de saberes pasiva.

El método etnográfico permite al investigador o etnógrafo participar abiertamente en la vida diaria de las personas durante un periodo de tiempo, observando qué sucede, escuchando qué se dice, haciendo preguntas; de hecho, haciendo acopio de cualquier dato disponible que pueda arrojar un poco de luz sobre el tema en que se centra la investigación. (Hammersley y Atkinson, 2005, p. 15)

La investigación fue de carácter cualitativo-descriptivo y se centró en conocer la manera en la cual se transmiten los conocimientos etnobotánicos y el significado que tienen las plantas en la comunidad, específicamente en niños, niñas y adolescentes, mediante dos momentos específicos. Así, mediante una estancia de más o menos 4 meses, se establecieron relaciones de cercanía con algunos miembros de la comunidad y su familia, con el fin de conocer y experimentar mediante observación participante su modo de vida y las diversas actividades cotidianas que realizan. A lo largo de este tiempo, se incluyó información en diarios de campo y se realizaron talleres y diversas entrevistas abiertas y semiestructuradas en relación con 3 ejes particulares: a) la transmisión de conocimientos etnobotánicos -¿quién les enseñó sobre el uso de las plantas?, ¿de qué manera?, ¿en qué momento?, ¿por qué se considera importante dicho conocimiento?; b) verificación de dichos conocimientos etnobotánicos mediante talleres y caminatas de reconocimiento de las plantas con niños, niñas y adolescentes en las escuelas, c) implicaciones del conocimiento etnobotánico en la vida cotidiana, en las aspiraciones futuras y en la organización social.

En total, se realizaron 15 entrevistas con población adulta, lo cual permitió conocer la manera como transmiten los conocimientos etnobotánicos a sus hijos y sobrinos. Asimismo, se realizaron diversos talleres con niños, niñas y jóvenes de diferentes edades, desde los 6 a los 17 años, en escuelas de las cinco veredas mencionadas anteriormente.

En total participaron 24 niños (7 niñas y 17 niños, de 6 a 12 años) y 34 jóvenes (de 13 a 17 años). Los talleres se centraron en conocer, verificar y contrastar los conocimientos etnobotánicos que poseían dichos participantes e indagar sobre las formas de transmisión del conocimiento y las implicaciones de estos en su proyecto de vida futuro. Durante los talleres se realizaron algunas preguntas y se les pidió a los participantes que dibujaran las plantas que conocían y su uso cotidiano. Posteriormente, se hizo un juego donde los niños y niñas debían reconocer las plantas en la huerta escolar e indicar su uso. En el caso de los jóvenes, se llevaron algunos especímenes de plantas al aula de clase y ellos debían reconocerlas e indicar sus utilidades en términos etnobotánicos.

Además, se realizó un ejercicio de acompañamiento a 4 niñas, 4 niños y 3 jóvenes, en sus hogares, con el fin de conocer sus percepciones frente a la naturaleza, el relacionamiento con sus padres y abuelos y sus proyectos de vida. Tanto profesores como padres de familia fueron debidamente informados sobre la realización de la investigación y los resultados se compartieron con ellos después.

Resultados

Los conocimientos etnobotánicos de los campesinos provienen de sus experiencias de vida y las prácticas llevadas a cabo a lo largo de cientos de años, dada la imperante necesidad de sobrevivir ante los retos de la naturaleza y satisfacer necesidades básicas. Por tanto, los campesinos han perfeccionado sus prácticas etnobotánicas a partir de la experimentación, la observación y la percepción mediante un aprendizaje vivencial. Según los adultos que fueron entrevistados, esta transmisión de conocimientos vivenciales se sustenta en cuatro aspectos fundamentales que permiten incorporar efectivamente el conocimiento: claridad en la exposición, un medio de transmisión apropiado, un cierto grado de motivación y una capacidad mental adecuada para entender la experiencia.

La claridad en la exposición se puede presentar de manera visual u oral. A través de diferentes mensajes, actuaciones y expresiones de sentimientos, el campesino conoce y reconoce la práctica etnobotánica. Esto se evidencia cuando las madres o abuelas enseñan a sus pequeños hijos cómo cultivar las plantas (desde la manera en que se debe hacer el hueco para plantar la semilla hasta el abono y agua necesaria), cómo limpiarlas y cómo cortarlas de tal manera que sus tallos sigan floreciendo. Con relación al medio de transmisión, el más adecuado son las expresiones sentimentales que se desarrollan entre padres/madres o abuelos/as con los hijos/as o nietos/as: los niños/as ven y aprenden lo que los mayores hacen y, cuando la transmisión está atada a un sentimiento enérgico, por ejemplo, de cariño o de necesidad, aprenden a reproducirlo más fácilmente. Esto es parte de la educación que se concede desde el hogar, ya que es mediante distintos acercamientos, miradas, situaciones y experiencias que los niños/as interiorizan el conocimiento etnobotánico, se motivan por el contacto con la naturaleza, desarrollan competencias y empiezan a sentir, a pensar y actuar con destrezas etnobotánicas similares a las de sus padres/madres o abuelos/as. Sin embargo, se encontró que el conocimiento etnobotánico se encuentra ligado principalmente a personas mayores de 60 años, quienes reconocen las propiedades de las plantas, las saben utilizar y transmiten ese conocimiento a sus nietos/as. El conocimiento etnobotánico de la población adulta menor de 60 años no es tan profundo y se centra más que todo en el uso de la planta, pero a un nivel muy general y en relación con el nivel de comercialización de la planta en el mercado.

Por su parte, la transmisión de conocimientos etnobotánicos que se desarrolla en la escuela surge principalmente a partir de actividades que se realizan en la huerta escolar, la cual sirve como un espacio en el que los maestros abarcan todas las ciencias, naturales y sociales, y forman a los estudiantes en respeto y responsabilidad en relación con el cuidado de la naturaleza. No obstante, esto no hace parte del currículo; incluso, es común encontrar que algunos niños y niñas que poseen un mayor conocimiento sobre el cultivo de las plantas que sus propios maestros, ya que están expuestos a "estas vivencias" diariamente en sus hogares, con sus familias. Estos niños y niñas también transmiten sus conocimientos etnobotánicos a sus compañeros/as que desconocen sobre estos temas, dado que, en algunos casos, la transmisión de conocimientos etnobotánicos dentro de ciertas familias no es habitual y los niños y niñas aprenden a realizar otro tipo de actividades, como por ejemplo brindar atención a los clientes en cafeterías y restaurantes en la cabecera municipal.

Los jóvenes, por su parte, si bien reconocen las plantas que crecen en la región, demuestran un desarraigo por la labor del campo y manifiestan que tienen poco interés en indagar sobre los usos ancestrales de las plantas, pero se encuentran más interesados por la comercialización de estas en las grandes ciudades.

Conocimientos etnobotánicos de niños y niñas

Se reconoce que el conocimiento de la población infantil es proporcional al que tienen sus padres o abuelos, según las labores o trabajos que ellos realizan, en donde se perpetúan los roles de género. En la tabla 1 se muestra el porcentaje de niños y niñas (entre 6 y 12 años) que mencionaron o reconocieron las propiedades y usos de algunas plantas que se cultivan en la región.

Tabla 1: Propiedades y usos de plantas y porcentaje de niños que las mencionaron o reconocieron

Se encontró que la planta con mayor recordación, tanto por el nombre como por el uso es la caléndula (Calendula officinalis), seguida por la yerbabuena (Mentha viridis) y la manzanilla (Matricaria sp.) Estas tres plantas aromáticas son utilizadas con frecuencia para tratar malestares en la población infantil incluyendo fiebre, dolor de estómago, dolor de cabeza y para curar heridas o raspones. En total, los niños y niñas de las escuelas mencionaron 18 especies de plantas de uso medicinal, las cuales también fueron recolectadas e identificadas por ellos (tabla 1).

Es importante aclarar que no todos los niños y niñas reconocieron las plantas que mencionaron, los que sí lo hicieron es porque sus familias las cultivan en huertos o en parcelas para la venta o porque han tenido una experiencia práctica o vivencial directa con la planta. Las plantas que menos mencionaron fueron la cola de caballo, el diente de león, la malva, el mastranto, la yerbamora y el cidrón.

Durante los distintos talleres que se realizaron con niños y niñas, se pudo apreciar que algunos reconocen características taxonómicas relacionadas con el follaje, la estructura de las hojas, el tallo, el color e incluso las flores de las plantas tradicionales. Por ejemplo, la figura 2 muestra el dibujo de un niño de 8 años, quien dibujó las plantas que hay en su huerta, donde sobresalen el tomillo, el ajo, el pino y el poleo, e indica para qué sirven. Además, él dibujó una planta llamada "aromática", pues sus padres le dan agua de aromática cada que tiene dolor de estómago.

Dibujo de un niño de 8 años, donde sobresale la planta "aromática"

Figura 2: Dibujo de un niño de 8 años, donde sobresale la planta "aromática"

En contraste, la figura 3 muestra el dibujo de una niña de 10 años, quien dibujó las plantas con mayor detalle; aquí sobresalen las diferencias en las hojas, las ramas y los tallos de cada planta, ella indica sus usos, según lo que le enseñó su mamá y su propia experiencia. La niña señala que el toronjil con leche es bueno para tratar la varicela, al igual que el agua de caléndula para la piel; el paico sirve para purgarse, el poleo, para tratar la tos y la gripa, y la mezcla de yerbabuena y cidrón sirve para aliviar el estreñimiento.

Dibujo de una niña de 10 años

Figura 3: Dibujo de una niña de 10 años

El dibujo de la figura 4, titulado "Las plantas", pertenece a otra niña de 10 años, quien reconoce la forma y los colores de las hojas, los tallos y las flores de cada planta, lo que demuestra un mayor conocimiento etnobotánico. La caléndula, por ejemplo, sobresale por el tono naranja de sus flores y el diente león por sus flores amarillas. Asimismo, ella reconoce algunos remedios, como por ejemplo el de la tos, el cual esquematizó con todos sus ingredientes en el dibujo. A esta niña la motiva mucho la etnobotánica y cuando puede le ayuda a su mamá en la parcela o en la plaza de mercado.

Dibujo de una niña de 10 años

Figura 4: Dibujo de una niña de 10 años

Durante los talleres también se encontró que hay algunas plantas que tienen un significado cultural que va más allá del uso medicinal, cuyas propiedades se fusionan y coexisten con la tradición católica, de modo que se consideran benditas, capaces de propiciar suerte y protección, mientras que otras se consideran malditas o venenosas. Las plantas benditas son la yerbabuena, porque, "como su nombre lo dice, es buena", menciona una niña. La manzanilla, la ruda, la sábila, el mastranto, la malva y el diente de león también son benditas. Entre las plantas malditas se encuentra "el paico porque esa le hace dar diarrea; la ruda, aunque esa puede ser buena también, y la yerbamora... pero la verdad es que todas las plantas son benditas y malditas, todo depende de la cantidad y cómo se usa", concluye ella.

Conocimientos etnobotánicos de jóvenes

Cuando se realizaron los talleres con jóvenes de 13 a 17 años, se encontró que el conocimiento etnobotánico sigue siendo proporcional al de los padres o abuelos, y a la cercanía que tienen los jóvenes con la labor productiva (tabla 2).

Tabla 2: Uso de las plantas y porcentaje de jóvenes que mencionan y reconocen las plantas

Nombre común Nombre científico Usos Jóvenes que mencionan y reconocen las plantas (%)
Tallos Brassicaceae sp. Para hacer mazamorra 94,0
Yerbabuena Mentha viridis Para hacer aromáticas y cocteles 94,0
Menta Mentha sp. Para la digestión y para hacer aromáticas 94,0
Manzanilla Matricaria sp. Para hacer aromáticas 88,0
Orégano Origanum vulgare Para la carne 88,0
Tomillo Thymus vulgaris Para la carne 70,0
Albahaca Ocimum basilicum Para la pasta 88,0
Perejil Petroselinum sativum Para el ají 88,0
Sauco Sambucus nigra Para la garganta 88,0
Cilantro Coriandrum sativum Para el caldo y la changua 94,0
Poleo Sautereia brownii Para las morcillas 94,0
Ortiga Urtica dioica Para sacar líquido del cuerpo (como diurético) y tratar problemas de la piel 94,0
Cicuta Cicuta maculata Para envenenar y hacer brujerías 94,0
Caléndula Calendula Para curar cicatrices, tratar problemas 100,0
officinalis de piel y dolores menstruales
Ruda Ruta graveolens Para abortar, calmar nervios y atraer suerte 100,0
Borrachero Datura arborea Para calmar dolores, para hacer escopolamina y en brujerías 100,0
Sagú Metroxylon sagu Para hacer panes y arepas 100,0

Se puede observar que los y las jóvenes reconocen las plantas tradicionales con usos alimenticios como el poleo, el cual es primordial en la preparación de la morcilla1; el sagú, que se utiliza para hacer los panes típicos de la zona y los tallos, que son fundamentales para la mazamorra2, la cual es una sopa muy popular en la región. Además, reconocen algunas plantas con usos medicinales, como el sauco, la ortiga, la caléndula y la ruda; la manzanilla, la yerbabuena y la menta -que sirven para hacer aguas aromáticas- son también reconocidas, pero los jóvenes no especifican sus propiedades medicinales y las conciben como plantas para la venta y para "relajarse". El borrachero y la cicuta, por su parte, están asociadas a la brujería, para robar y envenenar.

También se encontró que, para los jóvenes hombres, el tema económico adquiere una mayor relevancia, por lo que se interesan en la comercialización de las plantas en el mercado local, regional y nacional. Las mujeres jóvenes, por su parte, sí se interesan más por las propiedades de las plantas, sus usos y consumo y suelen compartir ese conocimiento con familiares y conocidos. Además, la información que se transmite en los medios de comunicación, como fuente de socialización secundaria también adquiere un rol importante. Por ejemplo, varios jóvenes mencionaron que "hoy en día los ricos utilizan muchas plantas condimentarias en la comida porque eso les da sabor", y esas son precisamente las plantas que ellos reconocen y las que más les interesa. Igualmente, la "tendencia fitness" patrocinada por los medios de comunicación recalca el uso de plantas en terapias alternativas y prácticas gastronómicas de personas famosas, que legitiman algunas prácticas etnobotánicas.

Discusión

La educación etnobotánica y la identidad campesina

Luego de realizar los talleres con niños, niñas y jóvenes y realizar acompañamientos en algunos de sus hogares y parcelas para conocer su vida y sus prácticas etnobotánicas, se evidenció que el conocimiento etnobotánico se adquiere a través de la práctica, lo cual demuestra que la educación etnobotánica no solo es una transmisión de conocimientos, sino más bien la creación de posibilidades que permiten al campesino sentir y pensar "etnobotánicamente" para, de esta manera, proteger la naturaleza, valorarla y aprovechar los recursos naturales. Esta idea ha sido sustentada por Freire, quien propone que la "educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo" (1982, p. 1). Los conocimientos que realmente se convierten en contenidos actuantes son aquellos que, mediante la práctica, posibilitan al ser humano analizar y plantear soluciones innovadoras para mejorar las condiciones de vida individuales y colectivas de los campesinos (Husain-Talero, 2017).

En este proceso de transmisión de conocimientos en el ámbito familiar, Nancy quien es la madre de un niño de 7 años y una niña de 11 años, menciona que es importante fomentar la "curiosidad por la naturaleza. dejarlos jugar y volar [refiriéndose a que los niños deben explorar el mundo que los rodea], sobre todo cuando son pequeños porque eso hace que aprendan a amar lo que uno hace [refiriéndose a la labor campesina y el arraigo a la tierra]". Este es el caso particular de las familias en las que la fuerza de trabajo surge principalmente del núcleo familiar y donde los niños se relacionan y comparten con las plantas diariamente. Nancy les enseña a sus hijos a "entender las necesidades de las plantas con corazón"; sus hijos conocen la manera como se debe cultivar cada una de las plantas que se encuentran en su huerta, las actividades necesarias para preparar la tierra, para cortar, trasplantar y cosechar, e incluso las propiedades particulares de cada planta en términos de sus alelopatías y beneficios para el cuerpo, el espíritu y el medio ambiente.

A su vez, ella también les transmite actitudes y comportamientos adecuados para que aprendan a "ser personas de bien y no le hagan mal a nadie", incluyendo a todos los seres vivos: las plantas, los animales y las personas, lo cual demuestra una visión biocéntrica del mundo, puesto que todos los seres vivos tienen una misma importancia en términos de cuidado y respeto. Por tanto, las plantas se convierten en un medio para transmitir habilidades fundamentales del ser y del deber-ser del campesino. El ser campesino se relaciona con la construcción identitaria en torno a sus relaciones económicas, sociales, histórico-políticas y ambientales, particularmente con relación a la labor del campo y el cuidado del territorio. El deber-ser se relaciona con los deberes, normas y obligaciones a los cuales están sujetos los campesinos a nivel de la comunidad, como por ejemplo la solidaridad. Así, la familia se convierte en una importante institución mediadora entre el individuo y la sociedad, cuyo papel en la formación, el desarrollo y la transmisión de cualidades "deseables en sociedad" es notable (Graeber, 2001).

A partir de los dibujos que realizaron los niños durante el taller (figuras 2, 3 y 4), se puede apreciar que las niñas tienen un mayor nivel de detalle tanto en el trazo, como en la información presentada en comparación con los dibujos de los niños. Esto se debe a varias razones, incluyendo que a las niñas les agrada más dibujar que a los niños, y han estado más expuestas al uso y al cultivo de las plantas en sus hogares, puesto que el conocimiento etnobotánico, por lo general, es un conocimiento de índole femenino. Los niños, a pesar de reconocer las plantas por sus características físicas, ignoran sus usos, saben más sobre los ciclos de producción y comercialización, se demuestra así que, desde temprana edad, existe una diferencia entre los conocimientos que posee cada sexo, lo cual se relaciona con los roles de género.

En cuanto a los jóvenes, se puede apreciar que el conocimiento etnobotánico que reciben en la escuela es valioso, puesto que está enfocado en el desarrollo económico, lo que se alinea con su deseo de migración a las ciudades. Para ellos, el conocimiento heredado de la familia solo tiene sentido en el campo, si deciden dedicarse a labores propias del campesino y, dados sus deseos de migrar, desprecian el conocimiento heredado o lo conciben como un conocimiento innecesario. La gran mayoría de jóvenes, particularmente los hombres, no desean seguir siendo reconocidos como campesinos y en su proyecto de vida se encuentra migrar a la ciudad para mejorar su calidad de vida o trabajar en el sector de servicios. Por esta razón, se desprecia la medicina tradicional y muchos otros conocimientos populares relacionados con el ser y el hacer del campesino y las actividades agrícolas. Esta es una situación frecuente en las familias, puesto que los campesinos han decidido dejar a un lado la labor agrícola y trabajar en el sector terciario (Castellanos, 1996). En estos casos, se evidencia una fragmentación en la transmisión de conocimientos etnobotánicos, lo que resulta en un desarraigo por el territorio, el cultivo de plantas y la labor campesina tradicional. Por más de que en la escuela se enseñen conocimientos relacionados con la etnobotánica, la agricultura y la labor campesina, estos contenidos no se convierten en actuantes si la labor no se refuerza desde el hogar por medio de la familia.

También se encontró que los jóvenes que poseen un amplio conocimiento etnobotánico son, por lo general, más tímidos y no expresan sus ideas de manera oral en los talleres, en comparación con los que no los poseen, por miedo a sufrir de matoneo o acoso escolar. Esto recalca la percepción de que existe un sentimiento de menosprecio hacia los conocimientos tradicionales, hacia la identidad campesina y hacia el campo en general. Esto se debe, según ellos, a la precariedad en términos tecnológicos, a la inestabilidad laboral y económica, y a la falta de oportunidades para subsistir de manera digna, a pesar de las riquezas culturales, del territorio y de las riquezas naturales (Husain-Talero, 2018). Además, el deterioro del medio ambiente por el incremento del uso de agroquímicos, al igual que las exigencias del mercado capitalista y su condición de marginalidad, hacen que los jóvenes pierdan la relación estrecha con la naturaleza y el entorno en el que han crecido.

Finalmente, en cuanto al uso de las plantas, se evidenció que los jóvenes prefieren no utilizarlas, aun cuando son conscientes de sus beneficios medicinales, y se inclinan por el consumo de medicamentos alopáticos por rapidez. Estos fenómenos han sido evidenciados en otros estudios, como en el de Bonzani (1995) o en el de González Arce (2008), en Costa Rica, donde se reporta una pérdida de conocimiento etnobotánico en jóvenes debido a la combinación de percepciones negativas de las plantas, vistas como "alimentos para pobres o indios".

Roles de género y su influencia en la transmisión de conocimientos

Los conocimientos y prácticas que incorporan los niños y niñas están sujetos a los roles de género presentes en la comunidad, en el hogar y en la división social del trabajo, como señala Scott (1990), puesto que ahí se generan las identidades hombre-mujer, las relaciones de poder y los discursos de subordinación. Así, el hombre se dedica a las actividades que requieren más fuerza: preparan la tierra y transportan la cosecha a los centros de acopio o plazas de mercado. Estas actividades son descritas como "actividades de hombres" y se encuentran en la esfera de lo público, puesto que, en su actividad de transportistas, deben negociar, comercializar y tener contacto con personas del municipio y de ciudades cercanas. En consecuencia, los hombres tienen un mayor acceso a la información y la tecnología y, por lo general, son ellos los que también controlan los medios de producción, son los propietarios de la tierra y, casi siempre, son los herederos en las familias.

Las mujeres, por su parte, se dedican a actividades productivas, reproductivas y comunitarias, tal como lo mencionan Farah y Pérez (2004). Dentro de estas actividades se encuentran cuidar las plantas, los animales y los hijos y salvaguardar la seguridad alimentaria de la familia, pues ellas se encargan de escoger y preparar los alimentos. En términos productivos, la fuerza de producción es femenina, ellas realizan todas las tareas manuales relacionadas con la producción de plantas: siembran, aran, desyerban, cortan, almacenan semillas etc., y este conocimiento se lo transmiten a sus hijas o nietas, partiendo de la idea de que las mujeres son las creadoras de la vida y de que "las plantas nos acercan a la magia de la vida". Como es de esperarse, y dados los múltiples encuentros y el tiempo que comparten juntas mamá e hija, o abuela y nieta, las niñas poseen un conocimiento etnobotánico más amplio. De esta manera, el conocimiento de las plantas se concentra en el ámbito de lo femenino. Según Nancy, "el conocimiento de las plantas es mucho más que lo está escrito en los libros. es un conocimiento que hay que vivirlo y sentirlo. es difícil de definir porque solo lo puede entender aquel que ha crecido en el campo desde pequeño".

Estas divisiones, sin duda, influyen en las oportunidades y el acceso a los recursos, bienes y servicios de cada sexo, puesto que, dado que las mujeres tienen menor control sobre la información (tanto tecnológica como personal), no suelen tener el mismo conocimiento en términos generales -economía y política- que los hombres y esto genera un desbalance de poder (Scott, 1990).

No obstante, hoy en día, algunas mujeres también se dedican a actividades comunitarias, por medio de las cuales socializan, afianzan los lazos y la economía moral con sus congéneres y obtienen información sobre diferentes programas e iniciativas que pueden contribuir a mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Este tipo de actividades resaltan el liderazgo de las mujeres campesinas dentro de una nueva ruralidad, y sus esfuerzos por reivindicar sus derechos políticos, sociales, económicos y culturales (Medrano y Villar, 1988).

Además de las actividades particulares que se sustentan en los roles de género y el conocimiento etnobotánico diferenciado, se encontró que la comunicación por medio del lenguaje también constituye una herramienta privilegiada para transmitir actitudes y valores frente a las plantas. Hombres y mujeres del municipio transmiten a sus hijos, nietos o nuevas generaciones la manera como cada uno se debe comportar en la iglesia, en el mercado y en la escuela, y cómo deben ser "machos" o "buenas mozas". La profesora les recuerda a las niñas que deben arreglar su cabello para verse bonitas "como una flor" y deben aprender a cocinar para alimentar a su familia, y también les recuerda a los hombres que deben aprender matemáticas para negociar las plantas en la plaza de mercado y manejar el dinero del hogar. A su vez, los campesinos manifiestan que las "ciencias duras" están más asociadas al ámbito masculino, mientras que las expresiones artísticas o literarias están asociadas a lo suave y, con ello, a lo femenino (Araya, 2003).

También se les transmite a los niños que pueden tener muchas amigas, pues eso es lo que hacen los "machos", pero se les recalca a las niñas que es mejor que no tengan tantos amigos para "evitar problemas". En consecuencia, se puede ver que los roles de género hacen parte de una construcción sociocultural en la que se evidencia el ejercicio del poder y las desigualdades en el hacer, tanto en el espacio público como en el privado (De Barbieri, 1992; Scott, 1990).

De esta manera, se evidencia que los conocimientos etnobotánicos y el entendimiento hacia las plantas se inculca desde la infancia a través de juegos, vivencias y sentimientos, la transmisión implica no solo conocimientos y prácticas, sino también sentimientos y formas de relacionarse con la naturaleza. Kellert y Speth (2009) plantean que esto se relaciona con la valoración humanística de la naturaleza, donde se evidencia una profunda conexión entre esta y el ser humano, ya que los niños aprenden a "sentir-pensar" su ambiente, concebido como

el proceso mediante el cual ponemos a trabajar conjuntamente el pensamiento y el sentimiento [...], es la fusión de dos formas de interpretar la realidad, a partir de la reflexión y el impacto emocional, hasta converger en un mismo acto de conocimiento que es la acción de sentir y pensar. (Torres, 2001, p. 1)

Se puede ver, por tanto, que la transmisión del conocimiento etnobotánico no es estática, sino que se trata de un "conocimiento vivencial" articulado por la experiencia práctica, la cual se encuentra influenciada por procesos de enseñanza-aprendizaje complejos en los que interactúan las relaciones intrafamiliares, los medios de transmisión, los procesos cognitivos, las prácticas y las emociones suscitadas, los procesos de socialización, los roles de género, entre otros.

Conclusiones

La transmisión del conocimiento etnobotánico no solo es una transmisión de información o de características de las plantas, sino una transmisión de sentimientos y experiencias de ser y estar en el mundo y con relación a la naturaleza. Por tanto, cuando se analizó la transmisión del conocimiento, la investigación no se centró en el conocimiento científicamente validado, sino en la percepción y conocimiento que tienen los campesinos y campesinas en un momento dado frente a las plantas que conocen y desconocen y sus vivencias. Así, conocer no solo es poseer información ni ser capaz de resolver problemas, sino también tener una conducta efectiva en el dominio cognoscitivo de los interrogantes que se tienen.

En la investigación se encontró que la mayoría de niños y niñas expresan una conexión fuerte con la naturaleza, puesto que se encuentran en una etapa de descubrimiento, por medio del cual exploran y descubren las propiedades de la naturaleza desde una visión biocéntrica. Pero, con el pasar de los años, los jóvenes, dada la influencia de los medios de comunicación y los diferentes agentes de socialización secundaria, empiezan a enfocarse más en la comercialización de las plantas, lo que demuestra rechazo por el conocimiento etnobotánico. Esta pérdida de conocimiento se debe a que los jóvenes no realizan actividades que se relacionan directamente con las plantas y desarrollan un rechazo por el campo y la labor agrícola a nivel general, dadas las condiciones de pobreza y marginalidad que reconocen en su entorno.

Es posible que la educación que se les brinda a los jóvenes en la escuela esté contribuyendo a dicha desarticulación de los conocimientos etnobotánicos, al igual que la formación que se brinda en casa. Por tanto, se hace necesario que los procesos de enseñanza promuevan y garanticen la construcción de sentido y significado frente a lo que es ser un campesino, aceptar la realidad junto con las ventajas y desventajas que esto conlleva en la actualidad y las diferentes maneras en las cuales se podrían transformar dichas desventajas. La educación desempeña un papel fundamental en la construcción de la identidad campesina y, por esta razón, se ve la necesidad de afianzar los conocimientos por medio de procesos que integren las comunicaciones, la realidad del país y sus proyectos de vida, teniendo en cuenta que el conocimiento etnobotánico puede ser la base de un desarrollo sostenible al representar una alternativa de vida para la sociedad rural, ya que se ha comprobado que el modelo de desarrollo actual no está funcionando y que el país debe desarrollar estrategias regionales que respondan a los retos de las nuevas formas de ruralidad, específicamente a partir del acuerdo de paz firmado en el 2016.

Finalmente, para que el conocimiento etnobotánico se incorpore en la cotidianidad de los campesinos más jóvenes, es necesario que no solo se transmita una información plana, sino que los contenidos tengan un significado para el individuo, para la comunidad y la realidad vivida, que inciten recuerdos y sentimientos. Esta es la manera más efectiva para lograr la transmisión del conocimiento etnobotánico a futuras generaciones y se debe fortalecer desde todos los entes de socialización, incluyendo el hogar, la escuela y el entorno.