Revista Colombiana de Educación
Universidad Pedagógica Nacional
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Los estereotipos de género en
adolescentes: análisis en un contexto
multicultural
Gender Stereotypes in Adolescents:
An Analysis in a Multicultural Context
Estereótipos de gênero em adolescentes:
análise em um contexto multicultural
Para citar este artículo:
Para citar este artículo: González-Gijón, G., Alemany-Arrebola, I., Ruiz-Garzón, F. y Ortiz-Gómez, M. (2024). Los estereotipos de género en adolescentes: análisis en un contexto multicultural. Revista Colombiana de Educación, (90), 164-184. https://doi.org/10.17227/rce.num90-14644
Resumen
El proceso de construcción de género es un proceso intra- e interindividual que se desarrolla
por una interacción constante del sujeto con su contexto social y cultural, en el
que se adquieren creencias y actitudes sobre lo que es típico de hombres y mujeres. El
presente estudio, desarrollado en Melilla, ciudad española multicultural situada al norte
de África, analiza los estereotipos de género basados en esas creencias culturales de
adolescentes, teniendo en cuenta el sexo y su procedencia cultural. Para esto, se ha seleccionado
una muestra de 1837 estudiantes de 1.º y 3.º de Educación Secundaria Obligatoria
(eso) y 1.º de bachillerato, a los que se les solicitó contestar un cuestionario elaborado
ad hoc para esta investigación. Los resultados, después de la aplicación de la prueba t y
el análisis multivariado de covarianza, indican que los chicos tienen más arraigados los
estereotipos de género que las chicas, y en ambos casos es elevada su interiorización.
Además, la procedencia cultural influye en la consolidación de estas creencias de género
como consecuencia de los estilos de crianza y valores culturales en los que se han
socializado.
Palabras clave
estereotipos; género;
adolescencia; diversidad
cultural; sexo
Abstract
The gender construction process is an intra and inter-individual process that develops
because of a process of constant interaction of the subject with its social and cultural
context, where beliefs and attitudes are acquired about what is typical of men and women.
This study, developed in Melilla, a multicultural Spanish city located in North Africa,
analyses gender stereotypes based on these cultural beliefs among adolescents, taking
into account their sex and cultural background. To this purpose, a sample of 1,837 students
from 1st and 3rd year of Compulsory Secondary Education (cse) and 1st year of High
School were selected, to whom and ad hoc questionnaire this research was administered.
The results, after applying the t-test and the multivariate analysis of covariance, indicate
that boys have more ingrained gender stereotypes than girls, and in both cases, their internalization
is high. Moreover, cultural background influences the consolidation of these
gender beliefs as a consequence of the upbringing styles and cultural values in which
they have been socialized.
Keywords
stereotypes; gender;
adolescence; cultural diversity;
sex
Resumo
O processo de construção de gênero é um processo intra e interindividual que se desenvolve
como consequência de um processo de interação constante do sujeito com seu
contexto social e cultural, onde são adquiridas crenças e atitudes sobre o que é típico de
homens e mulheres. O presente estudo, desenvolvido em Melilla, uma cidade espanhola
multicultural localizada no norte da África, analisa os estereótipos de gênero baseados
nessas crenças culturais dos adolescentes, levando em consideração seu sexo e sua
origem cultural. Para tal, foi selecionada uma amostra de 1837 alunos do 1º e 3º anos do
Ensino Secundário Obrigatório (eso) e do 1º ano do Bacharelato, aos quais foi aplicado um
questionário elaborado ad hoc para esta investigação. Os resultados, após a aplicação
da prova t e da análise multivariada de covariância, indicam que os alunos homens têm
estereótipos de género mais enraizados do que as mulheres, sendo a sua internalização
elevada em ambos os casos. Além disso, a origem cultural influencia na consolidação
dessas crenças de gênero como consequência dos estilos de criação e dos valores culturais
nos quais foram socializadas.
Palavras-chave
estereotipos; gênero;
adolescencia; diversidade
cultural; sexo
Introducción
Una de las formas de aprender las representaciones culturales de género,
expresión que hace referencia al significado social del sexo (Torres, 2018),
se materializan los procesos de socialización que dividen a la cultura en
una femenina y otra masculina, reconocidas y asumidas por las personas
dentro de un contexto sociocultural, siendo los principales agentes de
transmisión la familia y la escuela (Gallego, 2012; Padilla et al., 1999). Estos
agentes de transmisión no son los únicos, ya que, “en el actual contexto
tecnológico, los medios han adquirido una función socializadora de primer
orden entre los adolescentes” (Masanet, 2016, p. 50).
El proceso de construcción del self de género es un proceso intraindividual que se desarrolla en interacción con el aprendizaje de roles, estereotipos y conductas (García-Pérez et al., 2016), y hace referencia a la medida en que las personas asimilan las características que la sociedad les impone, en función de su sexo. La construcción de la identidad de género se entiende como un proceso dinámico de interacción entre factores personales y sociales, que lleva a las personas a la asimilación, apropiación y reproducción de catalogaciones sociales diferenciales, que crea así sentimientos de pertenencia a un grupo que pueden ser
el reflejo de la clase social de origen o pertenencia, de la educación, la cultura, las normas, los valores, las creencias dominantes en cierto grupo social (la comunidad en la que se vive, la Iglesia, la familia, la escuela, la etnia, la profesión, entre otras). (Ursini y Ramírez, 2017, p. 215)
Como consecuencia de este proceso de interacción constante del
sujeto con su contexto social y cultural, se construyen creencias de género
sobre hombres y mujeres (Cubillas et al., 2016) que influyen en sus formas
de comportarse y en las relaciones con los demás (Mosteiro y Porto, 2017).
Así, el estereotipo de género hace referencia al conjunto de creencias
socialmente compartidas acerca de las características que poseen hombres
y mujeres, y se aplican de forma indiscriminada a todos los miembros de
sendos grupos. Esta definición se basa, principalmente, en tres criterios
(Alemany y Mesa, 2012): generalización (sobreestimación de la uniformidad
de características entre sus miembros), distintividad (características
que se perciben como asociadas en mayor medida a un grupo que a otro)
y consensualidad (creencias preconcebidas que impregnan el pensamiento
de personas de todas las capas sociales, fruto del aprendizaje social). Por
todo esto, las cualidades que se les atribuyen a los hombres no se expresan
para las mujeres, y viceversa. Así, tal como señalan Chávez et al. (2007),
las conductas deseables para las mujeres son: feminidad, cuidado de la
apariencia física, recato sexual, a las que Sánchez Álvarez (2008) añade la paciencia, la sensibilidad, la fragilidad, la capacidad de perdón, entre otras;
por el contrario, en los hombres las características son: fuerza, agresividad
y libertad sexual (Chávez et al., 2007).
En esta línea, Colás y Villaciervos (2007) indican que más de la mitad
del alumnado de Educación Secundaria Obligatoria (eso), de la provincia
de Sevilla (España), está de acuerdo con la creencia que atribuye
comportamientos atrevidos, osados e intrépidos a los chicos, y con la
asignación de comportamientos discretos, prudentes y recatados para las
chicas. Aunque los chicos, en mayor proporción que las chicas, presentan
más estereotipos de género y actitudes más sexistas (Azorín Abellán,
2017; Pastor Gil y Marrucci, 2015), entendiendo por actitudes sexistas la
evaluación afectiva, cognitiva y conductual que se hace de las personas
según el sexo (Lameiras, 2004; Merma-Molina et al., 2021) que conlleva
estereotipos y prejuicios de género que se perpetúan en el tiempo y son
difíciles de modificar (Alemany et al., 2019).
En la investigación de Rebollo-Catalán et al. (2017), se concluye que
existen diferencias en las preferencias de relación en la etapa adolescente,
y los chicos son los que eligen a los compañeros para jugar a videojuegos y
deportes; por el contrario, las chicas se eligen para “compartir secretos y
prestarse ropa” (p. 58). Pero los estereotipos aparecen ya en la etapa de
educación primaria, tal como indican Saldívar et al. (2015), niños y niñas
de esta etapa se muestran de acuerdo con los roles típicos de las mujeres, como
el cuidado del hogar y de los hijos; y en el caso de los hombres, dedicarse a
cuidar de su familia, naturalizándose los roles diferenciados para los hombres
y para las mujeres (Merma-Molina et al., 2021; Madolell et al., 2020).
Los estereotipos de género se transmiten generación tras generación,
y con el tiempo se naturalizan, es decir, se olvidan que son construcciones
sociales y se asumen como verdades absolutas que informan sobre
cómo son los hombres y las mujeres, lo cual dificulta la deconstrucción
del contenido de los roles que están en su base. Por ello son tan difíciles
de cambiar, incluso cuando se modifican las condiciones sociales
que los originaron (Amurrio et al., 2012). De hecho, en todas las sociedades
existen estereotipos para cada uno de los sexos, aunque pueden
variar porque se ajustan a las “convenciones propias de cada cultura,
lo que da lugar a expectativas y normas específicas para cada región”
(Saldívar et al., 2015, p. 2143). Además, este proceso se intensifica durante
la preadolescencia, interiorizándose más los estereotipos de género en los
hombres (Azorín-Abellán, 2017; Martínez-Marín et al., 2020), y aumentando
las diferencias entre las mujeres y los hombres debido a la mayor
presión, que se ejerce en esta etapa, para ajustarse a los estereotipos
tradicionales de los roles de género (Merma-Molina et al., 2021). Pero,
a pesar del avance dado por las mujeres en todas las esferas de la vida
pública, en nuestra sociedad siguen presentes modelos tradicionales de masculinidad y de feminidad que favorecen y legitiman relaciones y situaciones
de desigualdad, y pueden desembocar en conductas de abuso y
violencia (Garaigordobil y Aliri, 2011; García et al., 2009).
Aunque hay investigaciones que concluyen que hay una mayor sensibilización
hacia la igualdad de género, que se refleja en el ámbito familiar,
escolar y social (Jiménez et al., 2006), aún siguen presentes los estereotipos
de género, por lo que no se modifican con la edad, es decir, son resistentes
al cambio (Díaz-Aguado y Martín, 2011; Mosteiro y Porto, 2017). Una de
las posibles razones sería fruto del comportamiento femenino, “ya por el
peso de los estereotipos y de la presión social, ya porque deben invertir
mucha energía ‘inútil’ en el intento” (Jiménez et al., 2006, p. 281), por lo que
siguen reproduciendo estereotipos tradicionales. Otra explicación tendría
relación con el aspecto cultural y el nivel de práctica religiosa, íntimamente
relacionada con la distribución de los roles tradicionales de hombres y
mujeres obstaculizando la igualdad de género (Hartog y Ríos Marín, 2003;
Sánchez y Mesa, 2002). Estos roles se entienden como construcciones sociales
identificadas como los valores, conductas y actividades que les asigna
una sociedad a las personas en función del sexo y que varían en función del
tiempo y las culturas (Croft et al., 2020; Eagly y Wood, 2016; Eisend, 2019).
Por esto, y siguiendo a Perry y Pauletti (2011), los estereotipos de la
adolescencia no se pueden entender sin analizar los procesos de socialización
y el contexto sociocultural donde se han educado, porque las
creencias que manifiestan los púberes son consecuencias de su pasado e
influirán en sus comportamientos futuros como adultos. Por esto, “los roles
de género se acentúan en la adolescencia y se refuerzan con el inicio de la
vida sexual” (Correa et al., 2013, p. 41). Como afirman diversos autores, es
un periodo crucial en el establecimiento de relaciones de género porque
se produce cuando se consolidan las habilidades, la expansión de las
relaciones entre iguales y la construcción de nuevas redes sociales y de
parejas sentimentales (Ramiro-Sánchez et al., 2018; Rebollo-Catalán et
al., 2017). En esta línea, el contexto sociocultural influye en la forma de
entender el género, y en la investigación de Madollel et al. (2020), con
alumnado universitario de Melilla (España), concluyen que los estudiantes
de origen bereber y religión islámica muestran mayores estereotipos y
actitudes sexistas, siendo el contexto sociocultural un espacio idóneo para
aprender/desaprender creencias estereotipadas y prejuiciosas en relación
con el género (García-Pérez et al., 2016).
Así, las creencias sobre los roles de género tradicionales tienden a
presentar, en mayor medida, actitudes positivas hacia la violencia contra las
mujeres en la pareja (Pozo et al., 2010), en comparación con mujeres y hombres
con actitudes de rol de género igualitarias (Palacios y Rodríguez, 2009).
Esto implica plantearse la necesidad de actuaciones preventivas analizando
los sistemas de creencias presentes en los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, con el fin de neutralizar los planteamientos sexistas interiorizados
por los procesos de socialización (Recio et al., 2007), basados en
el inicio y la escalada de roles de género tradicionales, comportamientos
sexistas y la violencia de pareja (Blum et al., 2017).
Todo esto indica que se requiere educar en la prevención, porque estas creencias estereotipadas sobre el rol de género pueden desembocar en violencia hacia las mujeres, la cual involucra factores predictores como, los siguientes: el género (Ferrer et al., 2006); las actitudes de rol de género, entendidas como las creencias sobre qué roles son apropiados para hombres y mujeres (Berkel et al., 2004; Mullender, 2000); el nivel educativo (Yoshioka et al., 2000); el tipo de educación recibida por la familia (Alemany Arrebola et al., 2019; Yoshioka et al., 2000); los vínculos de autoridad y poder; los modelos observados, especialmente durante la infancia y la adolescencia (Díaz-Aguado, 2003). La finalidad de este estudio es analizar las creencias sobre estereotipos de género de los/as adolescentes en un contexto multicultural y evaluar si existen diferencias en función del sexo y de su procedencia cultural. La investigación se desarrolla en Melilla, ciudad española multicultural situada al norte de África, de 12 km2, con una población de 86 261 (ine, 2021), formada por melillenses de origen peninsular cuya lengua materna es el español, melillenses de origen bereber cuya lengua materna es el tamazight –dialecto bereber de transmisión oral– y la religión profesada mayoritariamente es el islam (Sánchez et al., 2010). El resto de la población es variada: hebreos, indios, gitanos. Por esto, existe en todos los centros educativos alumnado heterogéneo, y es un lugar idóneo para estudiar cómo las variables sexo y cultura influyen en las creencias sobre género.
Metodología
Diseño
Es un estudio ex post facto de tipo correlacional (León y Montero, 2015) al no haberse manipulado intencionalmente las variables de estudio. En el proceso de acopio de datos se utilizó un diseño transversal, y su recogida se realizó de varios grupos de estudiantes (1.º eso, 3.º eso y 1.º bachillerato), en un momento determinado.
Participantes
En la elección de los participantes se utilizó un muestreo no probabilístico
de tipo intencional. Para esto, se seleccionaron todos los centros
educativos de la ciudad, dada la gran diversidad cultural y de realidades socioeconómicas que existe en Melilla (España), lo que la convierte en
un espacio idóneo para profundizar en la influencia de las variables
culturales (Sánchez y Rojas, 2000), en las actitudes de género; además,
se seleccionaron los cursos de 1.º y 3.º de eso y 1.º de bachillerato. Los
criterios de elección son dos: en primer lugar, por encontrarse los dicentes
en diferentes momentos evolutivos y, en segundo lugar, por utilizar un
diseño transversal para conocer cómo evolucionan las creencias sobre
género a lo largo de la etapa adolescente, así como desarrollar programas
de intervención de forma conjunta con los equipos de orientación de los
centros para sensibilizar en el género en las etapas de educación secundaria
obligatoria y bachillerato.
La muestra final consta de 1837 participantes distribuidos de la siguiente forma: 935 son hombres (51 %) y 899 mujeres (49 %). En cuanto al curso, 947 son de 1.º de eso (51,6 %), 575 son de 3.º de eso (31,3 %) y 315 cursan 1.º de bachillerato (17,1 %). Analizada la procedencia cultural, 866 son europeos (48,2 %), 850 bereberes (47,4 %), 28 hebreos (1.6 %) y 50 pertenecen a otras culturas (4,2 %). Por último, la edad media de los participantes es m = 14,11 (dt = 1,61), oscilando entre los 12 y 19 años de edad.
Instrumento
Para la construcción del instrumento se siguieron estas etapas: en la
primera, se definió el constructo “creencias sobre el género”. Para ello,
se identificaron y recogieron los instrumentos de medida utilizados en
estudios previamente revisados (Colás y Villaciervos, 2007; Ferrer et al.,
2006; Garaigordobil y Aliri, 2011; Lorence, 2007; Musitu y García, 2004;
Pozo et al., 2010; Recio et al., 2007; Sánchez Álvarez, 2008; Sola et al.,
2003; Vázquez y Martínez, 2008).
En la segunda etapa, se recogieron los datos y se generó un conjunto
inicial de ítems que incluía al menos el doble del número de ítems que componían
el cuestionario final, siguiendo la recomendación de Carretero-Dios
y Pérez (2005). Con base en esta recopilación inicial, se realizó un análisis
de los ítems recurrentes en todos los cuestionarios (gracias a la colaboración
del grupo de trabajo y de especialistas en la materia). Posteriormente,
se seleccionó un grupo de elementos para formar parte del cuestionario
“Creencias de los estudiantes no universitarios sobre el género”.
El formato de respuesta utilizado para este cuestionario fue una
escala Likert de 4 puntos, en la que se expresaba el grado de acuerdo o
desacuerdo con las afirmaciones, oscilando entre 1 (muy en desacuerdo)
y 4 (muy de acuerdo). Las respuestas se codifican con números y las
puntuaciones máximas corresponden a las ideas estereotipadas más fuertes
de los estudiantes.
En la selección y redacción de los ítems se tuvieron en cuenta los
siguientes criterios (Morales, 2011), para asegurar la validez de contenido:
relevancia, claridad en su formulación, discriminación y bipolaridad. Además,
se siguieron las recomendaciones de Navas (2001): no se incluyeron
preguntas con doble negación; se evitaron los ítems excesivamente largos;
el número de preguntas planteadas no fue elevado; las preguntas son claras,
sencillas y breves; se utilizó un lenguaje cotidiano, y cada ítem incluyó
una sola idea. Estas recomendaciones son especialmente útiles cuando la
población destinataria es un grupo diverso de estudiantes, con diferentes
niveles de comprensión lectora y de lenguaje oral.
Una vez elaborado el cuestionario, se le administró a un pequeño
grupo de estudiantes, que no formaban parte de la muestra final, para
detectar posibles errores o complicaciones.
Así, la escala final formada por 30 ítems, escala creada ad hoc para esta investigación y denominada “Creencias sobre género en estudiantes no universitarios”, tiene un alto índice de consistencia interna, alfa de Cronbach y , considerándose muy adecuada (Kerlinger y Lee, 2002).
Además, se realizó un análisis factorial exploratorio (afe) para conocer
cómo se agrupan los ítems en factores o dimensiones (Morales, 2011),
explicando el afe el 45,782 % de la varianza total, proporción aceptable
y mostrando tres factores: Creencias sobre el rol del hombre/padre de
familia (13 ítems), Creencias sobre el rol de mujer/madre de familia (10
ítems) y Características de mujeres y hombres (7 ítems). En la tabla 1 se
recogen los factores y los ítems que lo componen, así como las cargas
factoriales para cada factor.
Tabla 1. Ítems y factores de la escala de «Creencias sobre género en estudiantes no universitarios”
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Fuente: elaboración propia.
Procedimiento
Para la recogida de información, se solicitó la evaluación del proyecto al Comité de Ética en Investigación Humana (ceih), de la universidad a la que pertenecen las investigadoras. Una vez obtenido el informe favorable, se realizó una petición a la Dirección Provincial del mec en Melilla, para llevar a cabo la investigación en los centros educativos públicos de secundaria y se contactó con los equipos directivos para explicarles los objetivos de la investigación. Posteriormente, se elaboró un calendario de aplicación y se concretó día y hora para entrar en las aulas de 1.º y 3.º de la eso y 1º de bachillerato. Además, una vez en clase y antes de la respuesta del cuestionario, se solicitó el consentimiento del alumnado que previamente fue informado por el profesorado y con el visto bueno de las madres y padres, que firmaron la correspondiente autorización. Este proceso se llevó a cabo durante octubre y noviembre de 2019.
Análisis de Datos
Se utilizó el programa informático estadístico spss en su versión 20.0. Para conocer la fiabilidad, se utilizó el alfa de Cronbach, y para la validez del cuestionario el Análisis factorial exploratorio. Además, en el análisis de las variables de estudio se realizaron análisis inferenciales (t de Student, Mancova).
Resultados
En primer lugar, se presenta el porcentaje de acuerdo con determinados
ítems, que presenta el alumnado en cada una de las dimensiones del
cuestionario “Creencias sobre género en estudiantes no universitarios”.
Se observa que, en función de la variable sexo, en el factor 1,
Creencias sobre el rol del hombre/padre de familia, el 21 % de los
hombres encuestados opinan que “un verdadero hombre no muestra
sus debilidades y sentimientos”, frente al 12 % de las mujeres; el 22 %
de los alumnos responde que “el hombre es superior a la mujer” en
comparación con el 8,5 % de las alumnas; el 22,5 % de los chicos
considera que “el hombre es el que manda y el que decide lo que le
conviene a la familia” frente al 8,3 % de las chicas; y el 24 % de los
alumnos considera que “los hijos/as obedecen cuando es el padre y
no la madre quien les regaña” frente al 17 % de las chicas. En este
bloque, el porcentaje de estudiantes que está de acuerdo o totalmente
de acuerdo con los ítems no super a el 30 %.
En relación con el factor 2, sobre las creencias del rol de mujer/madre
de familia, el porcentaje del alumnado que está de acuerdo con los ítems
oscila entre el 20 % y el 70 %, es decir, aumenta en comparación con el
bloque anterior. Así, los datos indican que los encuestados, hombres y
mujeres, están de acuerdo o totalmente de acuerdo con los siguientes
ítems: el 49 % de chicos y el 42 5 % de chicas consideran que “la mujer
está más preparada para las tareas domésticas”; el 37,3 % de los chicos y
el 22,8 % de las chicas están de acuerdo en que “una buena madre debe
dedicarse exclusivamente a su hogar y a su marido”; además, los chicos
(72,8 %) y las chicas (56,3 %) consideran que “es imposible ser una buena
madre con un trabajo fuera de su casa” y que es “la mujer la que debe
sacrificarse por el ascenso profesional de su marido” (31 % de chicos y
21 % de chicas).
Por último, analizado el factor 3 de este cuestionario, características
de mujeres y hombres, chicos y chicas (66 % y 60 %, respectivamente)
consideran que “la mujer tiene mayor capacidad para cuidar de los familiares
enfermos”. También responden que “las madres educan mejor a los
hijos/as que los padres” (42,3 % de los chicos y el 43,6 % de las chicas),
así como que son más cariñosas (64 % de los chicos y 50 % de l
Mediante un análisis inferencial en relación con la variable sexo, los datos indican que los chicos obtienen las mayores puntuaciones (); es decir, significativamente presentan las ideas más estereotipadas sobre el rol del hombre (), el papel de la mujer (), así como las características que se les asignan por pertenecer a uno u otro grupo () (tabla 2).
Tabla 2. Creencias sobre género en función de la variable sexo
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Fuente: elaboración propia.
Posteriormente, se analizaron las creencias sobre género en relación con la procedencia cultural. Los datos indican que respecto al factor 1, Creencias sobre el rol del hombre/padre de familia, los ítems en los que se observan las mayores diferencias en los porcentajes entre el alumnado de distinta procedencia cultural son los siguientes: “El hombre es superior a la mujer” (alumnadoPROC_EUROPEA = 8 % y alumnadoPROC_BERBER = 21 %); “El hombre es el que manda y el que decide lo que le conviene a la familia” (alumnadoPROC_EUROPEA = 8 % y alumnadoPROC_BERBER = 23 %); “Una familia funciona mejor si es el padre de familia quien establece las reglas del hogar” (alumnadoPROC_EUROPEA = 11 % y alumnadoPROC_BERBER = 31 %).
Los ítems en los que se observan mayores diferencias en el factor 2, Creencias sobre el rol de la mujer/madre de familia, son los siguientes: “Las niñas deben aprender a ayudar en casa cuidando a sus hermanitos/as y haciendo la limpieza” (alumnadoPROC_EUROPEA = 26 % y alumnadoPROC_BERBER = 62 %); “La mujer debe tener las tareas de casa hechas para cuando el marido vuelva a casa” (alumnadoPROC_EUROPEA = 14 % y alumnadoPROC_BERBER = 50 %).
“Una buena madre debe dedicarse exclusivamente a su hogar y a su marido” (alumnadoPROC_EUROPEA = 16 % y alumnadoPROC_BERBER = 44 %); “La mujer está más preparada para las tareas domésticas” (alumnadoPROC_EUROPEA = 33 % y alumnadoPROC_BERBER = 59 %); y “Los niños deben terminar los estudios y prepararse para mantener a su futura familia” (alumnadoPROC_EUROPEA = 61 % y alumnadoPROC_BERBER = 79 %).
Por último, en el factor 3, Características de mujeres y hombres, los datos indican que los encuestados están de acuerdo/muy de acuerdo con los siguientes ítems: “Es el hombre el que debe encargarse de proteger a su familia” (alumnadoPROC_EUROPEA = 51 % y alumnadoPROC_BERBER = 78 %); “La mujer tiene mayor capacidad para cuidar de los familiares enfermos (hijos/as, abuelos/as…)” (alumnadoPROC_EUROPEA = 54 % y alumnadoPROC_BERBER = 71 %); “El hombre es más agresivo físicamente que la mujer” (alumnadoPROC_EUROPEA = 60 % y alumnadoPROC_BERBER = 66 %); y “Normalmente, una madre es más cariñosa que un padre” (alumnadoPROC_EUROPEA = 54 % y alumnadoPROC_BERBER = 59 %).
Posteriormente, se realizó un análisis pormenorizado que indica que existen diferencias significativas en la puntuación total de la escala (t = -15,96; p <0,001) con en todos los factores que la componen (tabla 3), y el alumnado de origen berber es el que presenta medias más altas y, por tanto, las creencias más estereotipadas.
Tabla 3.Creencias de género en función de la variable procedencia cultural
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Fuente: elaboración propia.
Por último, se realizó un análisis multivariado de covarianza (Mancova) tomando como factores el sexo y la procedencia cultural, siendo las variables dependientes las creencias sobre género en estudiantes de ESO y bachillerato, creencias del rol del hombre/padre de familia, creencias del rol de la mujer/madre de familia y las características de hombres y mujeres. Como medida del tamaño del efecto se utilizó el coeficiente eta cuadrado parcial (), ya que es uno de los procedimientos más utilizados dentro de la investigación educativa (Sun et al., 2010). Los datos indican que hay un efecto de interacción estadísticamente significativo entre sexo y procedencia cultural, [Wilks , ; tamaño del efecto pequeño] siendo los chicos bereberes los que obtienen las mayores puntuaciones y las menores, las chicas europeas. En cuanto a las creencias del rol del hombre/padre de familia, los datos indican que existen diferencias significativas en la interacción sexo y procedencia cultural [, ; tamaño del efecto pequeño], siendo de nuevo los chicos de cultura bereber los que obtienen las mayores puntuaciones y las chicas europeas, las más bajas. En relación con las creencias del rol de mujer/madre de familia [] y en las características de hombres y mujeres [] no se observan diferencias significativas en la interacción sexo y procedencia cultural, aunque siguen la misma tendencia que los resultados anteriores: los chicos bereberes son los que puntúan más alto en dos de los factores, y las medias más bajas las obtienen las chicas de procedencia europea (tabla 4).
Tabla 4. Creencias de género en función de las variables sexo y procedencia cultural
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Fuente: elaboración propia.
Discusiones y Conclusiones
El objetivo principal de este estudio ha sido conocer las creencias sobre los
estereotipos de género del alumnado adolescente que vive en un contexto
multicultural, como paso previo para implementar programas de prevención
o de intervención para modificar las creencias de género. Aunque estudios
recientes muestran que los/as adolescentes están más comprometidos con
la igualdad (García Pérez et al., 2010; Pastor y Marrucci, 2015), los datos
obtenidos concluyen que los chicos presentan ideas más estereotipadas que
las chicas, datos coincidentes con los estudios de Colás y Villaciervos (2007)
y Pozo et al. (2010). Se requiere seguir profundizando en esta línea, ya que
como evidencian autores como Garaigordobil y Aliri (2011), Esteban-Ramiro
y Fernández-Montaño (2017), Madolell et al. (2020), y León y Aizpurúa
(2020), en sus investigaciones sobre el sexismo hostil y benevolente, las
creencias que presentan los varones sexistas hostiles tienden a definirse con
adjetivos instrumentales asociados a la masculinidad y las mujeres sexistas
hostiles, con características asociadas a la feminidad.
De forma detallada, en relación con las creencias del hombre/padre
de familia, los chicos responden con patrones sociales de masculinidad,
es decir, consideran que los hombres no deben llorar en público, no
tienen que mostrar sus sentimientos y debilidades, y deben mantener a
su familia. Estos resultados están en la línea de los obtenidos por Amurrio
et al. (2012), que concluyen que los estereotipos de género están muy
arraigados entre los jóvenes, lo que impide relaciones de igualdad social
entre los/as adolescentes.
También se observan ideas estereotipadas sobre el rol de la mujer entre
los/as estudiantes, que desvelan su carácter de construcción social desarrolladas
en el tiempo. Así, el alumnado considera que la mujer está más
preparada para las tareas domésticas, que una buena madre debe dedicarse
exclusivamente a su familia y que esto es incompatible con un trabajo fuera
de casa. Estos resultados coinciden con los estudios de Sánchez Álvarez
(2008) y Pozo et al. (2010), quienes concluyen que a la mujer se le asocia
con ciertas cualidades, desde el principio de los tiempos, como saber criar
a sus hijos/as, ser más sensibles que los hombres, ser más hábiles para unas
tareas que para otras y estar más capacitadas para el cuidado de enfermos.
Por esto, siguiendo con el planteamiento de Sánchez Álvarez (2008),
si se quiere prevenir la violencia de género se hace necesario detectar,
desde la etapa escolar, las creencias del alumnado para poder modificar
las actitudes que potencian la desigualdad entre chicos y chicas.
Analizados los datos en función de la cultura de procedencia del
alumnado encuestado, los datos indican que los chicos bereberes presentan
las ideas más estereotipadas en cuanto a las características de hombres
y mujeres, y les siguen los hombres europeos. La misma tendencia se halla
en relación con las creencias sobre el rol de la mujer/madre de familia y
las características típicas de hombres y mujeres. Estas diferencias pueden
atribuírseles al papel de la familia (Alemany et al., 2019) y al contexto
cultural donde se desenvuelve el joven, transmitiendo una visión sexuada
de la mujer/hombre que conlleva creencias y actitudes sexistas desde las
primeras etapas del desarrollo del niño y que, tal como lo evidencian Pozo
et al. (2010), los adolescentes están siendo educados en roles de género
tradicionales, donde un rol (el hombre) domina sobre el otro (la mujer).
Garaigordobil y Aliri (2011) también concluyen respecto a la importancia
de los modelos parentales y su influencia en la transmisión de actitudes
sexistas en hijos e hijas. Esto viene a confirmar como los/as jóvenes reciben
un tipo de influencias culturales alejadas del concepto de igualdad
y de criterios y valores educativos, que refuerzan estereotipos de género
tradicionales y sexistas que mantienen la subordinación de la mujer y las
relaciones de violencia dentro de la pareja (López Pla, 2017; Dalouh y
Soriano, 2020).
Además, los datos indican que la interacción entre sexo y procedencia
cultural influye en las creencias de los estereotipos de género que coincide
con investigaciones realizadas en este contexto con población universitaria
(Madolell et al., 2020). Así, puede considerarse que la procedencia cultural
de las familias tiene gran influencia en el desarrollo de actitudes y los
valores hacia hombres y mujeres. El papel diferenciador entre sexos ha
existido en todos los tiempos y en todas las sociedades; aunque se lucha
por la igualdad, este cambio no es tan fácil, sobre todo en culturas con
creencias religiosas rígidas acostumbradas a mantener muy delimitada las
funciones de cada género. En la investigación de Sánchez y Mesa (2002), se
observa que existen grandes diferencias entre el rol de la mujer en el grupo
cultural de procedencia europea y el de origen bereber, considerando que
en la mujer cristiana existe menos discriminación hacia la mujer que en
la cultura musulmana. Estos autores afirman que la mujer musulmana ha
vivido más vinculada al hombre, primero al padre y después al marido,
siendo el papel de la mujer relegado al ámbito de la casa y al cuidado
de sus hijos e hijas. Aunque este grupo cultural alega que la situación
de la mujer ha cambiado mucho, la situación de diferenciación entre
sexos se mantiene. Estas ideas coinciden con los resultados hallados en
esta investigación, donde los chicos y chicas de procedencia bereber y
religión musulmana responden con ideas más estereotipadas hacia los
roles de género que los/as jóvenes de procedencia europea. Entonces,
puede concluirse que el cambio en el rol de la mujer no evoluciona igual,
pues está íntimamente relacionado con los contextos culturales donde se
socializan los jóvenes.
Por esto, se considera que el sistema de creencias es clave en la
aparición del sexismo, discriminando a las mujeres y legitimando, y, en
algunos casos, la utilización de la violencia, siendo considerado una de
las principales causas que mantienen las desigualdades (Garaigordobil y
Aliri, 2011). Así, con el alumnado que plantea creencias estereotipadas
debe intervenirse para modificar estas ideas erróneas sobre el género ya
que conducen a actitudes sexistas hacia las mujeres y a la desigualdad
de género. Estudios recientes (García Cueto et al., 2015; Garaigordobil y
Aliri, 2011; García et al., 2009), han evidenciado las relaciones directas
entre sexismo y violencia física y verbal hacia las mujeres.
Para finalizar, puede concluirse que los chicos tienen más arraigados
los estereotipos de género que las chicas, siendo en ambos casos elevada
su interiorización. Por tanto, aunque de forma tenue o débil, se observan
diferencias entre sexos en la interiorización de los estereotipos de género,
los adolescentes parecen mantener más consolidados los estereotipos de
género que las adolescentes.
Esto hace pensar en la necesidad de trabajar desde edades tempranas en el ámbito escolar enseñando modelos adecuados, ya que en esta etapa se producen cambios muy significativos en la identidad de género, y comienzan a establecerse las primeras relaciones de pareja (Pozo et al., 2010). Por ello, debe seguirse profundizando en este asunto y diseñando acciones educativas basadas en la prevención para que puedan utilizarse en el aula en las distintas etapas educativas.
Agradecimientos
Este trabajo se realizó en desarrollo del Convenio de Colaboración entre la Consejería de Educación y Colectivos Sociales de la Ciudad Autónoma de Melilla y la Universidad de Granada, en un proyecto de investigación y formación sobre prevención de la violencia de género.
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