PRESENTACIÓN

En la era de la globalización el hábitat urbano se constituye en un tema de preocupación, no solo porque en él se concentra actualmente la mayor proporción de los asentamientos humanos de la población mundial con los consecuentes impactos sobre el ambiente, sino porque se crean condiciones sociales particulares que requieren de una planificación y gestión que garanticen el bienestar de las personas para proyectar el futuro de la civilización.

Para ONU-Hábitat Colombia, el hábitat se refiere a aquel lugar, "que más allá de la ocupación física de un territorio, constituye un referente simbólico, histórico y social" dentro del cual se localiza el ser humano. Su desarrollo y localización se logra de manera tal, que lo comprehende de manera integral, es decir, desde lo político, lo económico, social, estético y ambiental. Se considera que hábitat es más que un techo, es el lugar físico pero también el imaginario en donde se lleva la vida de cada ser humano1.

Proyectar una buena calidad de vida en el hábitat urbano significa estar en capacidad de responder a las demandas de vivienda, de servicios públicos domiciliarios, de equipamientos, de facilidad para la movilidad y de espacio público, a la vez que se preserva la calidad ambiental y se prevee la dinámica social.

En esa dirección la Conferencia Permanente del Poder Local del Consejo de Europa aprobó la "Declaración europea del derecho a la ciudad", en la cual se establece que una ciudad tiene derecho a la seguridad, al trabajo, al alojamiento, la movilidad y convivencia entre los distintos usuarios del espacio público, a la salud y a un ambiente sano, al deporte y al ocio, a la cultura, a la integración multicultural, a un entorno edificado agradable y estimulante como consecuencia de una arquitectura contemporánea de calidad, producto de la conservación y rehabilitación cuidadosa del patrimonio. Y deberá contar, además, con una estructura física en la que los diversos elementos - casas, fábricas, equipamientos - se relacionen topológicamente formando un todo coherente de manera que, superada la fase de crecimiento espontáneo, sean objeto de un ordenamiento planificado que transforme la ciudad real en la ciudad deseada. La estructura física es un escenario para la vida urbana. Se exige, finalmente, que la ciudad posea una imagen identificada, que sea legible, capaz de permanecer en la memoria de sus habitantes y de quienes la visiten, atractiva y necesariamente bella. Que además de un instrumento de educación ética, lo sea de la estética. Se debe tener derecho igualmente al bienestar individual, como consecuencia de la creación de un ambiente urbano que ayude a la realización personal y al desarrollo social, cultural, moral y espiritual de cada habitante y, finalmente, a la solidaridad.

Sin embargo el siglo XXI se viene caracterizando por la vinculación del individuo a redes sociales virtuales, por su fragmentación en múltiples identidades y por la pérdida de identidad con el lugar y con la cultura. ¿Cómo contrarrestar estos efectos que se generan con la globalización, de qué manera se puede afrontar esta nueva realidad social y qué papel puede jugar la pedagogía en el ambiente urbano?

Sin lugar a dudas la educación y la pedagogía están llamada a preparar a los individuos para estos nuevos retos. Ya desde la segunda mitad del siglo xx apareció el interés por estudiar de manera rigurosa la manera como el entorno general de la ciudad podría convertirse en un recurso educativo. Por ejemplo, los planeadores urbanos se preocuparon por estudiar la interacción de los individuos con el espacio aceptando que éste es un proceso de dos vías, conformado tanto por las propiedades físicas del ambiente como por las características psicológicas de las personas. En consecuencia, se interesaron por entender lo que se ha llamado la "ciudad de la mente", o la manera como los individuos "construyen la ciudad" a partir de las transacciones que se establecen con respecto a la ciudad de "afuera". Una buena planeación de los espacios urbanos supondría conocer las maneras de actuar y significados que los individuos atribuyen a los espacios. Para que la ciudad promueva el desarrollo del individuo, el ambiente de la ciudad, debería transmitir la forma y el contenido de la sociedad contemporánea, constituirse en un territorio para ser explorado y en un escenario para poner a prueba la identidad del sujeto.

El primer intento por coordinar desde el plano internacional el papel educativo que debe cumplir la ciudad proviene del movimiento Ciudad Educadora, el cual ha promovido la idea de que toda la ciudad puede gestionarse para promover patrones de oportunidades de aprendizaje, como un lugar que puede ser diseñado a propósito para la formación continua del individuo y para su crecimiento personal. Desde la I Conferencia de Ciudades Educadoras se ha venido prestando mayor atención a los planteamientos que enfatizaban en las experiencias educativas que se valían de otros medios desescolarizados para educar a las personas, y se han generado muchas otras que tratan de enfrentar las nuevas realidades urbanas: la alta densidad poblacional, el trabajo, la convivencia entre extraños, la ciudadanía, los no-lugares, el desarraigo, etc. Los trabajos de Trilla, Tonucci, Colom, entre otros, han contribuido de forma significativa a guiar acciones educativas y a fortalecer la identidad con la ciudad valiéndose de los recursos que ésta ofrece.

Es necesario, sin embargo, sistematizar estas experiencias y planteamientos para dar lugar a un cuerpo de conocimiento que teorice sobre la experiencia de vivir en las nuevas megalópolis con el fin de comprender y explicar las nuevas realidades sociales del ambiente urbano y que permita a la vez orientar la investigación y la acción educativa en la ciudad; me refiero al desarrollo de la Pedagogía Urbana. Su campo de conocimiento hasta ahora se está delimitando, razón por la cual resulta importante contribuir a su conceptualización y a la investigación de los procesos educativos involucrados en el hábitat urbano. Los trabajos que se recogen en este número de la Revista Colombiana de Educación apuntan en esta dirección.

En el artículo de mi autoría propongo una definición y delimitación conceptual de la Pedagogía Urbana a partir de las experiencias educativas que se valen de la ciudad y de unos principios epistemológicos que ayudan a reconceptualizar el ambiente urbano de los cuales se derivan igualmente problemas teóricos que deben resolverse mediante la investigación. Andrea Milena Burbano desarrolla la noción de aprendizaje por reglas para entender los propósitos que se persiguen con los instrumentos que buscan regular el comportamiento entre vecinos y extraños en el espacio público urbano y señala su potencial como instrumento educativo para garantizar la convivencia en macro-ambientes como la ciudad. El trabajo de investigación de Clara Ángela Castaño recupera las prácticas sociales situadas en el espacio público a lo largo de la historia de la ciudad mediante las imágenes fotográficas, las cuales proponen fortalecer la identidad urbana. En una dirección similar, Mercedes Parra y Arturo Torres muestran la importancia que tiene educar a los ciudadanos en la defensa del patrimonio urbano, y Andrés Fernando Castiblanco reflexiona sobre la importancia de la memoria de la cultura popular para la resignificación de los elementos que conforman el patrimonio de la ciudad. Diana Liseth Espinosa explora el valor educativo que tienen para los habitantes de la ciudad, las obras de arte plástico que se encuentran en el espacio público de la ciudad. Y Ximena Garzón indaga sobre la "Mariposa" de la Plaza de San Victorino, los significados que le dan los transeuntes a la obra de Negret y el valor educativo que éstos le asignan. Vladimir Olaya y Martha Cecilia Herrera hacen una investigación documental sobre las concepciones de ciudad, ciudadanía, juventud y educación en los planes de desarrollo de Bogotá, Medellín y Manizales comprenddidos entre los años 1995 y 2007 y muestran el papel de dichos planes en la elaboración de los discursos que constituyen las subjetividades e identidades de los habitantes de la ciudad. Como aporte metodológico a la pedagogía Hector Alejandro López y Nikolai Alexander Narváez resumen una experiencia fundamentada en la educación popular orientada a la prevención e intervención de la delincuencia en contextos urbanos centrada en lo que los autores denominan interface o espacio de formación interactiva. Finalmente, otra experiencia pedagógica, esta vez orientada a evaluar el papel que juega la extensión de universidad en el acompañamiento de los planes de estudio de una institución educativa, es la que recoge Carlos Parra mostrando las relaciones entre dicha institución enmarcada como escuela abierta con el programa de ciudad educadora de Medellín.

Pablo Páramo
Editor temático



Notas

1 UN-Hábitat, Informe de Desarrollo Humano, Bogotá 2008. ONU-Hábitat, el Uso del suelo el gran desafío para Bogotá, ONU-Hábitat, Bogotá, 2008. Págs. 28 y 29. También en GIRALDO, F., GARCÍA, J., BATEMAN, A. y ALONSO, A. Hábitat y pobreza. ONU-Hábitat Los objetivos del desarrollo del milenio desde la ciudad, ONU-Hábitat, Bogotá, 2006.