Tecno-especies Antropo-factas: el humano transitorio occidental y sus prácticas sociales y culturales
DOI:
https://doi.org/10.17227/ppo.num19-7388Palabras clave:
transhumanismo, posthumanismo, Ciborg, simbiosis, técnica, máquinaResumen
Este texto transita alrededor de la idea del hombre ciborg, el humano transitorio, el posthumano como interés principal y personal, la desestereotipación de aquella simbiosis. Los imaginarios sobre un nuevo tipo de hombre, un posthumano, con un cuerpo cambiante no solo biológicamente, también social e ideológicamente, un cuerpo simbionte a una máquina idealizada. Una nueva era de reflexión que gira en torno, no solo a las promesas del hombre como ser que evoluciona, si no a la demanda de la tecnología y sus usos potenciales. El transhumanismo se presenta como una noción referida a los temas de las mejoras humanas, el uso de la tecnología como potencial remedio y/o solución a limitaciones físicas, mentales e ideológicas, lo que trae como consecuencia que diferentes sectores de una sociedad se muestren en contra, tanto moral como legislativamente, de aquellas prácticas. Mostrar cómo el cuerpo, a partir de la tecnología se ve involucrado con una serie de herramientas e instrumentos, que de alguna manera han formado y justificado que el ser humano es necesariamente como es, porque siempre se ha preguntado por su devenir en el mundo.
humano transitorio, el posthumano como inter.s principal
y personal, la desestereotipaci.n de aquella simbiosis.
Los imaginarios sobre un nuevo tipo de hombre, un posthumano,
con un cuerpo cambiante no solo biol.gicamente,
tambi.n social e ideol.gicamente, un cuerpo simbionte a
una m.quina idealizada. Una nueva era de reflexi.n que
gira en torno, no solo a las promesas del hombre como ser
que evoluciona, si no a la demanda de la tecnolog.a y sus
usos potenciales. El transhumanismo se presenta como una
noci.n referida a los temas de las mejoras humanas, el uso
de la tecnolog.a como potencial remedio y/o soluci.n a limitaciones
f.sicas, mentales e ideol.gicas, lo que trae como
consecuencia que diferentes sectores de una sociedad se
muestren en contra, tanto moral como legislativamente, de
aquellas pr.cticas. Mostrar c.mo el cuerpo, a partir de la
tecnolog.a se ve involucrado con una serie de herramientas e
instrumentos, que de alguna manera han formado y justificado
que el ser humano es necesariamente como es, porque
siempre se ha preguntado por su devenir en el mundo.
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Recibido: de enero de 2017; Aceptado: de marzo de 2017
Resumen
Este texto transita alrededor de la idea del hombre ciborg, el humano transitorio, el posthumano como interés principal y personal, la desestereotipación de aquella simbiosis. Los imaginarios sobre un nuevo tipo de hombre, un posthumano, con un cuerpo cambiante no solo biológicamente, también social e ideológicamente, un cuerpo simbionte a una máquina idealizada. Una nueva era de reflexión que gira en torno, no solo a las promesas del hombre como ser que evoluciona, si no a la demanda de la tecnología y sus usos potenciales. El transhumanismo se presenta como una noción referida a los temas de las mejoras humanas, el uso de la tecnología como potencial remedio y/o solución a limitaciones físicas, mentales e ideológicas, lo que trae como consecuencia que diferentes sectores de una sociedad se muestren en contra, tanto moral como legislativamente, de aquellas prácticas. Mostrar cómo el cuerpo, a partir de la tecnología, se ve involucrado con una serie de herramientas e instrumentos, que de alguna manera han formado y justificado que el ser humano es necesariamente como es, porque siempre se ha preguntado por su devenir en el mundo.
Palabras clave:
transhumanismo, posthumanismo, Ciborg, simbiosis, técnica, máquina.Abstract:
This text focuses on the idea of the cyborg man, the transient human, the post-human as the main and personal interest, the de-stereotyping of that symbiosis. The imaginary about a new type of man, a post human, with a changing body not only biologically, but also socially and ideologically, a symbiotic body to an idealized machine. A new era of reflection revolves around not only the promises of man as an evolving being, but the demand for technology and its potential uses. Trans humanism is presented as a notion referring to the subjects of human improvements, use of technology as a potential remedy and/or solution to physical, mental and ideological limitations, which results in different sectors of society being both morally and legislatively against those practices. Showing how the body is, based on technology, involved in a series of tools and instruments that have somehow formed and justified the human being necessarily as it is, because he has always wondered about how he came to the world.
Keywords:
Trans humanism, post humanism, cyborg, symbiosis, technique, machine.Resumo
Este texto aborda a ideia do homem ciborgue, o humano transitório, o pós-humano como interesse principal e pessoal, a desestereotipação daquela simbiose. Os imaginários sobre um novo tipo de homem, um pós-humano, com um corpo mutável não só biologicamente, também social e ideologicamente, um corpo simbionte a uma máquina idealizada. Uma nova era de reflexão que gira em torno, não só às promessas do homem como ser que evolui, mas também à demanda da tecnologia e seus usos potenciais. O transhumanismo é apresentado como uma noção que refere aos temas das melhoras humanas, o uso da tecnologia como potencial remédio ou solução às limitações físicas, mentais e ideológicas, o que traz como consequência que diversos setores de uma sociedade se manifestem contra, tanto moral quanto legislativamente, aquelas práticas. Evidenciar como o corpo, a partir da tecnologia é involucrado com uma série de ferramentas e instrumentos, que de alguma forma formaram e justificaram que o ser humano é necessariamente como é, porque sempre tem se questionado seu devir no mundo.
Palavras-chave:
transhumanismo, pós-humanismo, ciborgue, simbiose, técnica, máquina.Cuando se habla del ser humano, existe un sinnúmero de posibilidades desde donde se tiende a abordar, pasando siempre e incuestionablemente por el dualismo, que aún hoy en pleno siglo xxi, sigue rondando por el pensamiento occidental, el problema, maniqueo en muchos sentidos, del cuerpo y el alma, el cuerpo y la mente. La cita de Michel Foucault, anotada arriba, nos refiere directamente al ser humano, pensado como un sujeto corporeizado desde razones incorpóreas, un cuerpo ideal, un cuerpo utópico, y cuando habla de utópico no es casual que se remita necesariamente a un espacio. Entonces el cuerpo, al pensarse como un espacio, un espacio que el hombre habita, y conforme habita, vive, y conforme vive, significa y resignifica, en un acto propio, el ser humano logra vincular de manera pragmática su cuerpo, su alma y su mente. Aquí no se habla de un vivir el espacio por vivir y sobrevivir como función natural, como una codificación biológica previamente programada para hacer cumplir su rol de ser viviente dentro de una interfaz multisensorial inmersa en otra interfaz productora de multiplicidad de sensaciones y emociones.
Se puede entender el cuerpo desde diferentes miradas a lo largo de la historia. Como una primera mirada, desde el Génesis, se plantea la idea creación de un cuerpo, un sujeto, un ser humano perfecto, incorruptible, inalienable, el ideal de ser humano propuesto por una entidad sobrenatural omnisapiente, omnisciente y omnipresente, a su imagen y semejanza. El cuerpo bíblico, se postula ya bajo la dualidad cuerpo-alma, (y no es gratuito que sea así, será esta noción la que, a lo largo del desarrollo de esta reflexión, conecte de manera coherente y precisa las diferentes cuestiones a tratar) que de entrada podría verse como la primera máquina existente, posiblemente, en el mundo. Desde esta perspectiva se intuye que el ser humano por antonomasia es un ser tecnológico; por un lado parte de la posibilidad irrefutable que tiene de crear a conveniencia y de la necesidad de artefactos que de una manera u otra suplen sus deficiencias físicas y mentales; por otro lado si el ser humano, y en especial el hombre es un reflejo perfecto de la imagen de un dios, capitalizado en simples palabras, hecho materia, realidad, corporeizado, se estaría hablando a fin de cuentas de una máquina (de carne u hueso) a la que se dota de algoritmos básicos, y adaptables en relación con el ambiente en el que se establezca.
Las premisas de un ser humano libre, limpio, puro, inmortal, será lo que se denominará, por ende, el cuerpo humanista. Esta noción pondrá inmediatamente al hombre como sujeto activo en su desarrollo intelectual, físico y personal, aquí el hombre a diferencia del cuerpo bíblico, se piensa en sí mismo, como una entidad corpórea dinámica, mutable y meramente frágil, y como una entidad incorpórea estática, prefecta, inmutable, inmortal. Res cogitans y res extensa.
Con el desarrollo de innumerables técnicas a lo largo de la historia, hasta la actualidad con el auge de las tecnologías, aparece la pretensión de un control absoluto sobre todos los espacios conocidos por el hombre, recursos naturales y energéticos, incluso el control sobre su propio cuerpo. De esta manera, se pretende profundizar sobre la noción del cuerpo en cuanto a su trascendencia a través de la técnica y las tecnologías, la necesidad del hombre de abordar su espacio (físico y corporal) como un territorio libre de ser explorado, limitado o ilimitado, el transhumanismo en su máxima expresión como la superación ideal d( la deficiencia humana, atravesado por diferentes prácticas, tan antiguas como modernas, para acercarse al humano perfecto, sin defectos, un humano con un cuerpo y mente inmortal, un superhombre, un poshumano.
Desde mi experiencia no puedo decir muchas cosas respecto al tema en cuestión, simplemente es esta misma, mi experiencia, la que funciona como detonante de este proyecto. Desde que tengo memoria siempre he visto a mi padre tal cual un niño ve y admira a un superhéroe. Tras un trágico episodio de su vida, pierde por completo sus dos manos, nunca le ha presentado mayor problema si más recuerdo, y pese a ser el único de la familia con esa condición, no he podido, siquiera, tener la más mínima posibilidad de imaginarlo completo, es tan fuerte la imagen que tengo y tendré de mi padre en mi memoria que me es imposible visualizar sus dos manos, para mí lo que las suple (sus prótesis) son aquellas, y aunque siempre frías, rígidas, mutables y mudables, hacen parte de él, como él de ellas, la perfecta simbiosis entre el hombre y la máquina.
Bajo esta perspectiva es desde donde se pretende abordar diferentes cuestiones y la necesidad de entender como la máquina se inserta en el cuerpo aludiendo a la noción del ciborg (cyborg), como modelo ideal del hombre poshumano. En palabras de Donna Haraway; "Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social [...]" (1983). La naturalización del cuerpo intervenido, por la máquina, la simbiosis entre carne y metal, desde una mirada más allá del estereotipo del ciborg, típico de la ciencia ficción. A través de la historia hemos entendido cómo el hombre en su necesidad por vivir y sobrevivir en un mundo, que toma por naturaleza un carácter hostil, ha hecho gala de su inventiva y creatividad para hacerse con innumerables herramientas que suplen diferentes necesidades, es así como también en torno a estas herramientas se han generado multiplicidad de culturas abogando así por la superación de las falencias y la búsqueda del triunfo sobre la muerte a través de la historia.
Androgénesis: el cuerpo bíblico, prototipo ideal de los dioses
El origen del hombre en la tierra desde la perspectiva bíblica, evidenciado por las diferentes comunidades dentro del catolicismo, pasando por sus diferentes vertientes dogmáticas a través de la historia. Por supuesto, esta concepción referida se hace explícita única y exclusivamente en el mundo occidental, puesto que es aquí donde se desarrolló toda la línea de pensamiento que entreteje de alguna manera múltiples cosmovisiones (particulares cada una en su configuración) del viejo continente, y que entraron a hacer parte esencial en la constitución de la doctrina establecida, ya previamente, por el Dios judeocristiano de Abraham, entre las que se destacan claramente el pensamiento griego y romano, desde donde por generalidad se parte para entender, en un primer momento el origen (génesis) del pensamiento occidental, para posteriormente dar paso a su evolución en relación con singularidades de carácter espacio-temporales claramente establecidas.
Es así como hacia el año 325, Constantino i emperador del Imperio bizantino, convoca al primer concilio católico-cristiano ecuménico, que tuvo lugar en la ciudad de Nicea (actual Íznik, localizada en Turquía). Tras el Edicto de Milán1, Constantino, consciente de las divisiones culturales y políticas existentes en el imperio, convoca este primer concilio, con el fin de acabar con tales divisiones y establecer así la paz religiosa y posteriormente proclamar al cristianismo como la religión oficial del imperio, dando paso conclusivamente a la constitución de la primera unidad religiosa, la Iglesia cristiana. El origen de la Iglesia cristiana en el mundo occidental, de alguna manera como un hecho simbólico, trasciende a través del tiempo, pasando por la caída del Imperio romano hasta la actualidad, donde la noción del cuerpo desempeña un rol importante (sino el más importante), tanto en la ejecución de rituales alrededor de su razón ontológica, como de su practicidad en la vida cotidiana en relación con el desarrollo de procesos sociales, económicos y culturales.
La Iglesia católica posiciona de alguna manera todos estos meta-relatos bíblicos (en relación específicamente a los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) como una suerte de "normas para la vida", en suma, estableciendo también una doctrina del cuerpo y toda una ritualización en torno a este, como se explicará a continuación, no sin antes dejar entrever una cuestión. Para el hombre ha sido muy importante la imagen de Dios en sus diferentes vertientes. En el mundo occidental, Dios, considerado como el supremo creador, se establece como un agente de origen, se podría entonces hablar en cierto momento, y haciendo válido el espacio, del hombre (como en la anterior cita) que, al ser creado a la imagen de Dios, se constituye en un ciborg orgánico, un biocyborg2. Si Dios en su infinita sabiduría, crea un complejo sistema de sistemas que funcionan entre sí y prevalecen según las características particulares que hacen que una gran máquina, como lo es el hombre, viva dependiendo de los diferentes algoritmos de ejecución establecidos previamente, siendo el más importante, sin descartar a los demás, el sistema de razonamiento lógico, intuitivo y creativo, entonces, será posteriormente este, el que aporte al hombre infinidad de posibilidades en una interfaz predeterminada, a la cual puede hacerse adaptable, uno, y dos, hacer adaptable su entorno, y por consiguiente su vida (social y cultural).
En detalle, podría hablarse de la creación de Adán (el primer hombre según la biblia) como la primera máquina creada, el primer prototipo de ciborg que de la mano de Dios ha existido en el mundo. Es el hombre, como la primera máquina creada, llena de posibilidades, inmerso en una interfaz total, con plena libertad de adaptarse y hacer adaptable su entorno, conforme entiende la complejidad del sistema multisensorial al cual pertenece y del que parte para hacer uso de su inventiva y creatividad, en resumidas cuentas, la técnica. El suceso que lleva necesariamente al hombre, claro está después de tener todo establecido y predispuesto en un paraíso utópico, será posteriormente la expulsión de este, a razón del conocimiento del bien y del mal (como se ilustra en el Génesis). La razón por la que se presenta esta cuestión aquí, es la necesidad de hacer evidente que el hombre en un acto de ingenuidad, según el relato bíblico, adquiere la capacidad para razonar en resumidas cuentas por él mismo. Entendiendo esto se abre posibilidad de entender un cuerpo y sus características, en este momento se hablaría de una conciencia sobre su espacio, no solo físico, entender las falencias del cuerpo en razón de su desnudez y como primera medida el decidir "vestirse" para suplir una necesidad. El destierro obliga al hombre a valerse por sí mismo, en este sentido, adquiere, o se hace consiente de un estado ajeno a su habitar en el paraíso. Se hace adaptable en razón de sus falencias. En un sentido más amplio, es como si la máquina creada por el hombre, entendiera su condición de máquina, configurada para volverse en cierta manera adaptable a diversas variables (evolucionar), y decidiera no depender del hombre para ser y existir.
El sentido de la ritualización que se propone está estrechamente ligado con la invención de la técnica y, en razón de esta, la invención de herramientas que pasarán a suplir necesidades elementales. Pero el cristianismo nos presenta, culturalmente, una serie de eventualidades situadas el en cuerpo en ambivalencia con el alma. La noción de trascendencia en este sentido se enfoca específicamente en lo que se entendería como esencia misma del ser humano. El alma se constituye en la razón de ser del hombre, y alrededor de ésta el cuerpo se posiciona como el vehículo por el cual transita, vive y se adapta al mundo. Como finalidad el cuerpo, herramienta y a la vez medio, sucio e imperfecto por naturaleza, permanece en constante búsqueda de la purificación del alma pretendiendo acceder, posterior a su deceso, a una interfaz donde adquiere el don de la inmortalidad. Como se ve, de esta manera, se entenderían todas estas prácticas y técnicas de saneamiento y purificación, como un transhumanismo casi que arcaico, primigenio en muchos sentidos, a razón de superar la muerte, y alcanzar la vida eterna como fin transhumano, en conclusión, la búsqueda de la inmortalidad plena y sin dolor alguno. En cierto sentido, se hablaría de la posibilidad de lograr un súper hombre por medio del rechazo del cuerpo como deficiencia, y la liberación de su esencia, a través del mismo cuerpo, siendo este la herramienta y por consiguiente la técnica, ligada fuertemente a los rituales de purificación.
Entender el cuerpo como un espacio que habita el hombre y por ende la libertad de ser necesaria la intervención técnica para alcanzar el ideal posthumano. Haciendo uso del homo fallens de Jesús Ballesteros quien dice: "El rechazo a la deficiencia moral, del homo fallens, lo que conduce a la licitud de la tortura. Es la ideología del puritanismo" (2006, p. 27), aquí, en términos más comprensibles, el cuerpo como espacio se deja de entender como una variable unitaria, dando paso por consiguiente a la noción del cuerpo extendido a los límites culturales y sociales, en pocas palabras, múltiples cuerpos pertenecientes y dependientes de un gran cuerpo, una comunidad (una etnia, por qué no), la misma idea de múltiples interfaces multisenso-rial dispuestas en concordancia con otra interfaz, constituida por diversos sistemas y que forman un gran cuerpo, un gran sistema, una sola interfaz, a la vez establecida y dispuesta en otra, configurando así un juego de dependencias en razón de su existencia. Simbiosis, entendida así en razón de "las capacidades humanas -que por lógica - derivan cada vez más de las complejas interconexiones entre humanos [...]" (Garcia Selgas, 2010). Es así como, desde esta idea, se entiende la función práctica del puritanismo, en el sentido de la necesidad de eliminar las falencias y debilidades, que como corpus totalis alberga, haciendo deficiente el sistema y por ende, evitando así la trascendencia y la superación de la muerte.
Entonces, dentro de este transhumanismo primigenio, entra en juego la tortura, como mecanismo por excelencia para la purificación, la eliminación de las deficiencias como finalidad por la cual a través de la técnica trascenderá el alma en busca de la vida eterna. Con base en esto se hace mención de la Inquisición3.
Todas estas prácticas, puritanas, en conclusión, de la Inquisición, en tanto medio necesario para extirpar el mal (y entiéndase por el mal las diferentes prácticas ajenas a la doctrina católica) evidencian una suerte de técnicas eugenésicas, teniendo en cuenta la noción de mejoras hereditarias mediante diversas formas de intervención en el cuerpo. En este sentido podría hablarse de eugenesia puesto que la inquisición pretendía buscar dentro de este gran corpus aquellas partes-unidades y/o individuos que no encajaran funcionalmente en el sistema cuerpo-espacio-comunidad. Las diferentes formas de eugenesia presentadas por las prácticas de la Inquisición muestran como enfermedades, propiamente adecuadas al contexto cultural y social, la herejía, la blasfemia, la homosexualidad, por no mencionar la brujería, y el judaísmo, como falencias a superar para trascender en conclusión dentro del plano físico, y evidencia por otro lado un cierto desprecio por la vida de los que en su seno consideraría anormales (unidades disfuncionales). Es aquí donde aparece otro término clave, la biopo-lítica como "[...] la reducción de la vida a simple materia viviente, que se distingue a su vez en digna o no de supervivencia según el criterio de la normalidad." (Ballesteros, 2007, p. 31), lo que abre paso inmediatamente a la segunda noción evidenciada, las técnicas eutanásicas. Los sujetos acusados por la Inquisición de incurrir en un delito contra la fe eran dispuestos a un tribunal que decidía la gravedad del delito, para, de esta manera, proceder a aplicar alguna técnica en particular, que se categorizaba en orden ascendente: la confesión, la conversión donde se hacía uso de la tortura para localizar el posible fallo en el sistema y reprogramar y/o reparar tal daño según su gravedad y la tortura como técnica que interviene el cuerpo y modifica su estructura, dando paso así al transhumano: "[...] la modificación del hombre por el hombre [...]" (Vásquez Rocca, 2009) para culminar en cuerpo perfecto, puro, libre de debilidades y falencias, el cuerpo posthumano puesto en este contexto. La eutanasia puesta en función como la eliminación del sufrimiento (producido por la tortura) a través de la muerte. Los acusados, generalmente incinerados, morían sometidos al fuego purificador de sus almas, la trascendencia del hombre intervenido por la técnica para devenir en la inmortalidad absoluta, devenir en posthumano.
Antropognosis: el hombre cartesiano, discurso sobre su constitución
Hacia el Renacimiento, se gestaba ya una corriente de pensamiento de por sí mucho más elaborada, en la que se entiende al hombre en razón de sí mismo y en relación con el mundo, de alguna manera lo material y lo incorpóreo. Siguiendo la misma lógica, anteriormente propuesta con el cuerpo bíblico es desde donde se pretende comprender las nociones: transhumanismo y posthumanismo, desde la época propiamente dicha renacentista.
Para el siglo XVI, Renato Descartes funda el pensamiento racional. En relación con el cuerpo y el alma, Descartes afirma que es indispensable entender el cuerpo como una extensión, que, en el espacio, ocupa un lugar y obedece a ciertas nociones indispensables para comprender y afirmar su existencia. Estas nociones, como entiende Descartes, que denomina atributos, las establece como las propiedades fundamentales que expresan la esencia del objeto, y que de alguna manera pueden concebirse y entenderse por sí solas. Afirma posteriormente que en el mundo material (entendiendo por mundo material, el espacio y por consiguiente los diferentes objetos que dentro de este espacio habitan) todo se reduce a extensión y movimiento mecánico. Esta afirmación da a entender la manera como Descartes advierte que el cuerpo (los cuerpos en general) es en esencia extensión.
En concordancia con lo anterior, es el espíritu el que, para Descartes, por naturaleza concibe a manera de presunción, los atributos que hacen que el cuerpo sea y exista. El espíritu también presenta una serie de atributos que permiten hacer posible en el entendimiento del cuerpo. Tales atributos (sentir, imaginar, pensar, etc.) son finalmente lo que definen la manera en que se conoce, se concibe y se entiende un objeto en un espacio determinado. Para Descartes es necesario entender el cuerpo y el alma como sustancias4 finitas dotadas de atributos que presuponen en esencia su existencia. Estas sustancias habitan de cierta manera en un mismo espacio determinado, y constituyen una unidad única y compleja, entendiendo así que tanto el cuerpo como el alma, en cuanto sustancias finitas, constituyen al hombre, pero cada una por naturaleza se entiende con una radical diferencia entre sí y coexisten con entera independencia. Alma y cuerpo son esencialmente distintas, pero se comunican. Para Descartes, Dios (como sustancia infinita) es quien en su haber establece la comunicación entre esta dualidad. Esta comunicación se da a través de las maneras en que el espíritu conoce al cuerpo, en concordancia con los atributos que los caracterizan, a saberse, el espíritu como sustancia pensante al conocer (res cogitans), se pone en comunicación con el cuerpo como sustancia extensa (res extensa).
Tal vez, dejando claro estas nociones de antemano, cabe decir que, en términos cartesianos, no es muy entendible cómo se relaciona el pensamiento moderno, desde Descartes, con las cuestiones pertinentes a tratar, pero aparece como una manera fundamental para entender desde qué perspectivas se hace revisión del posthumanismo. Y no es gratuito que de repente aparezca Descartes, pues fue a partir de su pensamiento (dando por hecho la fundación del racionalismo y por consiguiente el humanismo) que se estructuraron absolutamente todas las sociedades (en cuanto prácticas políticas y culturales) "modernas" occidentales.
Cuando se habla del cuerpo como una extensión del espíritu, necesariamente hablamos en términos simbióticos. (A diferencia del cuerpo bíblico expuesto anteriormente, donde el cuerpo es herramienta y medio, de alguna manera funcional respecto al entorno que habita, y entiéndase por esto tanto sus prácticas culturales y sociales como pragmáticas. Herramienta y medio a través del cual el alma trasciende, donde intervienen en él múltiples técnicas). El cuerpo humanista se entiende en cierta medida desde el mismo conocimiento del hombre por el hombre, aquí cabe entender al hombre como una unidad compuesta armónicamente de un cuerpo y un alma, un ciborg moderno dotado de una sustancia pensante y una materia corpórea, material, y, por consiguiente, mutable, puesta a disposición de fuerzas externas -y del mismo espíritu- modificando de ésta manera su estructura y posteriormente su entendimiento.
Con claridad, se estima desde esta visión, la entrada de una suerte de simbiosis en el mundo y el pensamiento del hombre, en la medida en la que se entiende que el hombre, por un lado, como res cogitans conoce cuando piensa, y el hombre como res extensa es entendido en la lógica del conocimiento, y en ese sentido el hombre existe en la medida en que piensa que existe. Teniendo en cuenta esto, es posible afirmar que el pensamiento, como atributo propio del espíritu, funciona como la técnica por la cual trasciende el hombre como sustancia pensante. En conclusión, se define específicamente: la sustancia consiente, como la finalidad por la cual ella misma buscará trascender, partiendo de la sustancia extensa como objeto de estudio, dispuesta de tal manera a entender y concebir en el proceso del pensamiento que será la técnica a través de la cual el espíritu existe mientras se piensa que existe. Cogito ergo sum.
¿Y qué pasa con el cuerpo? Como se mencionó anteriormente, el cuerpo como cosa corpórea, extensa en múltiples sentidos, queda relegado a materia en el mundo de lo tangible, "En este sentido, el cuerpo no estaría obsoleto sino más presente y activo que nunca, demandando por cierto una re-actualización de su mirada." (Radrigan, 2013, p. 219). Se entiende aquí nuevamente el cuerpo no solo como una herramienta y un medio (interfaz), también como un objeto de estudio a entender, por otro lado, se entiende también como materia en la medida en que muta, propiamente dicho, se adapta a un entorno predispuesto, en razón de la manera específica desde donde se pretende entender.
Antropofactología: el cuerpo humanista, cuerpo intervenido, tecnificado y tecnologizado
Las nociones sobre un cuerpo intervenido, modificado como finalidad, abarcan un sin número de elementos históricos, relevantes y trascendentes de por sí. Con la invención de la imprenta y la reforma protestante, se evidencia cómo desde una perspectiva transhumanista, se pretende abordar el cuerpo a fin de modificar su estructura, y cuando se habla de estructura, no solo se entiende en el sentido físico, sino mental y espiritual. El sentido pragmático que dentro de este periodo social y cultural tiene la Biblia, entendida así en diferentes lenguas ajenas al latín, idioma oficial (idioma culto) del papado. A saberse y tener por entendido, la Biblia funciona como un dispositivo de enunciación de conocimiento y por ende de poder, donde quien tiene a disposición el conocimiento ejerce por completo el poder sobre un otro. En este sentido Martín Lutero emerge como una suerte de Prometeo moderno, poniendo a disposición la llama del conocimiento de los dioses en manos de los hombres, el uso de la imprenta como un factor indispensable en el desarrollo y posterior establecimiento del protestantismo como religión anticlerical y antipapal, oficial en algunos países anglosajones. La traducción de la Biblia ponía ya en manos del hombre los supuestos de Dios, que antaño eran transmitidos por "expertos tecnificados", personas capacitadas plenamente para cumplir la labor de interpretar y comunicar los escritos bíblicos.
La disposición de la información, a partir de la imprenta (técnica), al hombre del común, es lo que podría denominarse trascendencia, la modificación del cuerpo y la mente a través de la técnica, para devenir en posthumano, citando a Valeria Radrigán "[...] posthumanismo, - como la - corriente que postula que el ser humano como especie se encuentra en un estado de modificación radical de su corporalidad en virtud de las relaciones que se establecen con la tecnología" (2013, p. 215).
La idea de un ser humano perfecto empieza a tomar protagonismo, un ser humano puro y libre de deficiencias apela siempre a la innovación en cuanto técnicas de intervención corpóreas como tecnologías nuevas en función de la supresión de las falencias y debilidades del hombre, los avances en la medicina y los intentos por entender de manera eficaz el cuerpo se vuelven la preocupación por excelencia del hombre occidental, para citar a Adolfo Vásquez Rocca:
El hombre occidental aprende poco a poco lo que significa ser una especie viviente en un mundo viviente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida, una salud individual y colectiva, fuerzas que se pueden modificar... se constituirán nuevas antropotécnicas, es decir, técnicas de manipulación de lo que el hombre sea [...] (Vásquez Rocca, 2009).
La manipulación trae consigo una serie de factores éticos y políticos que en su haber constituyen la noción de la bioética, entendida de esta manera como una "[...] encrucijada contemporánea donde convergen y se problematizan dificultades de índole moral derivadas de la intervención técnica sobre la vida (en sus múltiples expresiones)" (Radrigán, 2013, p. 211).
Y es que la intervención en el cuerpo humano, así como el uso de la técnica para modificar su estructura física y cognoscitiva, son variables de alguna manera constantes en el desarrollo de una sociedad moderna. Para el siglo XXI el auge de las revoluciones obreras da paso a los regímenes dictatoriales de la Europa situada luego de la Primera Guerra Mundial. La presunción de la pureza de la raza y la superioridad no son más que descendientes del racionalismo cartesiano. Con esto también queda claro, cómo entran en juego las sociedades de control a dominar el cuerpo y a entenderlo de manera material, maquínica, operable y modificable. Para tener claridad de lo acontecido, se pondrá de antemano como ejemplo, las ideas de supervivencia propias de la Alemania Nacional Socialista de Adolfo Hitler, y como "El Tercer Reich es el momento en que la integración de medicina y política, que es uno de los caracteres esenciales de la biopolítica moderna, comienza a asumir su forma acabada [...]" (Vasquez Rocca, 2009) lo que inmediatamente supone la caída del pensamiento moderno, el quiebre racional que, en nombre de la razón, puso al borde de la destrucción casi todo un continente, y no es gratuito que se entendiera de esta manera las nociones que sobre cuerpo y alma, yacen en los cimientos del humanismo. Después de todo, la gran novedad del siglo xxi, y en especial el pensamiento nazi en relación con la transhumanidad, fue pretender extirpar todas las deficiencias, que nuevamente como corpus totalis, la humanidad en general, hacían ineficiente e insustentable el complejo sistema cuerpo-alma-espacio-técnica que de alguna manera se ha venido evidenciando a través de todo el desarrollo teórico de esta reflexión.
Con el auge de las nuevas tecnologías se pone a disposición una nueva perspectiva, en torno al cuerpo en su relación con el espacio, nuevos modos de conocer y concebir el mundo suponen a la vez innumerables paradigmas que se hacen evidentes desde diferentes perspectivas, tanto pragmáticas como teóricas, tanto en el campo de las ciencias específicas como en el de las artes y las humanidades. A entenderse de cierta manera la noción de biotecnología como "el dominio sobre el genoma y el desarrollo de las máquinas inteligentes; las biotecnologías y la puesta en operación de las fuerzas de la vida [...]" (Vasquez Rocca, 2009)
En esencia, y desde esta perspectiva se entiende la técnica como el canal por el cual se presenta la trascendencia del ser humano, en primer lugar, desde una concepción más intangible, más inmaterial, donde el alma, el espíritu o la mente son protagonistas activos en la búsqueda de la inmortalidad, la pureza y la perfección, en segundo lugar, el cuerpo, entendiéndolo como una herramienta y como un medio por el cual el alma trascenderá. La búsqueda también de la prolongación del cuerpo, abarcando dentro de este la idea de perennidad, el cuerpo, como un organismo, un sistema, una interfaz multisensorial, una perfecta máquina, el ciborg divino por antonomasia, pero siempre finito y efímero, siempre limitado por su naturaleza biológica.
Las pretensiones de la eugenesia como práctica hacia la prolongación de la vida, la superación de la enfermedad y la erradicación de las deficiencias y falencias corporales, nociones absolutamente claras entendiendo al hombre en el pleno sentido de que "[...] la libertad más importante es la de modificar el propio cuerpo, dada su obsolencia e inviabilidad, si no se abre a la manipulación tecnológica." (Ballesteros, 2007, p. 41).
Conclusiones
A manera personal me atrevo a decir, en cuanto a la temática abordada en cuestión, que no existe una sola conclusión, única y verdadera en esencia, y que por consiguiente explicaré a continuación:
En un sentido más amplio, el abordaje de la técnica como una capacidad, atributo diría Descartes, del ser humano, más allá de la instrumentalización y todo el bagaje conceptual y metódico que conlleva, se presenta en razón de una conformación de comunidad, dispuesta bajo los preceptos de cultura y sociedad, donde lo que se pretende de manera más amplia es generar dispositivos que de alguna manera enuncien cierto tipo de normas para la supervivencia, ya sea social o individualmente. De igual manera para que la supervivencia en conjunto sea de alguna manera sustentable, y no corra el riesgo de colapsar por una falla premeditada en el sistema social, lo que pretende la técnica, en ultimas, es la autorregulación del comportamiento, del habitar el cuerpo y con este habitar el espacio, de entender el cuerpo en función del pensamiento.
Para terminar la idea, me permito citar a Félix Duque, cuando afirma: "[...] la técnica no es un montón de instrumentos, de signos, obras de arte, etc. sino una organización móvil, autore-generadora y autoreguladora, de reglas [...], de instrucciones, de algoritmos en definitiva, plasmados hoy por modo ejemplar [...]" (2001, p. 154), lo que deja entrever que más allá de la razón material de ser, de la técnica, esta se entiende en función social por la cual el hombre pasa del transhumano, al posthumano.
Cabe mencionar que no siempre lo más humano suele ser lo más ético, en términos más generales, el posthumanismo se entiende desde el desprecio del mismo hombre como especie falente y débil, del cual hay que desprenderse para derivar en superhombre. De alguna manera se evidencia también, la razón por la cual, me atreveré a afirmar, que en definitiva el ser humano es tecnológico por naturaleza, la razón, como especie pensante que entiende y conoce, se desliga rápidamente de la noción de bestia, de animal, a fin de cuentas. La esencia del hombre es pensarse existente y en relación con esto, pensarse habitante, como un cuerpo que habita un espacio, y como objeto, como materia cambiante, dócil y siempre dinámica.
Como conclusión final, diría que siempre, aun sin el entendimiento completo de las nociones de transhumanismo y poshumanismo, la sociedad occidental vive, vivió y posiblemente vivirá en un estado de constante trascendencia, siendo por consiguiente poshumanos en razón de la meta y/o ideal a alcanzar. Así, finalmente, el mundo occidental también se entiende desde las nociones de tortura y sufrimiento, en cuanto que son necesarios para la búsqueda de la trascendencia. Sin sufrimiento ni tortura no habría razón por la cual buscar suprimir las deficiencias que hacen al hombre una criatura doliente.
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